El colombre
- Eso que ves aparecer en el agua y que nos sigue no es ninguna cosa. Es nada más y nada menos que un colombre, el pez más temido por los marineros en todos los mares del mundo. Es un tiburón tremendo y misterioso, más astuto que el hombre. Por motivos que quizá no se conozca nunca, elige a su víctima y, una vez que la ha elegido, la sigue durante años y años, durante toda la vida, hasta que consigue devorarla. Y lo más extraño es que nadie puede divisarlo, salvo la propia víctima y las personas de su misma sangre
- Grandes son las satisfacciones que se obtienen de una vida laboriosa, acomodada y tranquila, pero la atracción del abismo es todavía mayor
La creación
Como muchos otros animales, tenia cuatro extremidades, pero a juzgar por los dibujos, sólo utilizaba dos para caminar. (...) Su figura no era ágil, armónica y compacta como la de los pájaros, los peces o los coleópteros, sino desgarbada, torpe y en cierto modo inacabada, como si el diseñador se hubiera desanimado y cansado en el momento más inoportuno. (...)
- éste es el hombre y ésta la mujer. (...) será el único ser dotado de razón en toda la creación, el único que podrá darse cuenta de tu existencia, el único que te sabrá adorar...
- ¡ay ay ay! ¿quieres decir que será un intelectual? - dijo el todopoderoso. Hazme caso hijo mío. Mantente alejado de los intelectuales. Por fortuna, hasta ahora el universo está libre de ellos. Y quiera el cielo que continúe así hasta el fin de los tiempos. No niego, muchacho, que tu invención sea ingeniosa. Pero ¿sabes decirme cuál sería el posible resultado? Quizá ese ser esté dotado de cualidades excepcionales, pero, a juzgar por su aspecto, me da la impresión de que sería fuente de una enorme cantidad de problemas. En una palabra, me complace tu arrojo. Es más, me encantaría concederte una medalla. Pero no me parece prudente aceptar tu proyecto. En cuanto se le diera un poco de cuerda, este tipo sería capaz, antes o después, de provocar una gran desgracia. No, no, olvidémoslo.
La lección de 1980
El secreto del escritor.
El mundo está lleno de aflicciones, pero las punzadas de la envidia se encuentran entre las heridas más sangrientas, profundas, difíciles de cicatrizar, y en general, más dignas de piedad.
La caída del santo
¿Feliz? No, todo lo contrario. Pero en lo más íntimo de su ser había algo bellísimo que no conseguía captar, que era recuerdo y presentimiento al mismo tiempo y que lo llamaba como una luz encendida en el remoto horizonte. Allí estaba la felicidad, la paz del alma, la satisfacción del amor. Esa llamada era la vida y para alcanzarla valía la pena sufrir.
Muchacha que se precipita
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