lunes, 9 de abril de 2012

Balzac y la joven costurera china - Dai Sijie


Son hojas de ginkgo. Un árbol magnífico, plantado al fondo de un valle secreto, al este de la aldea de la sastrecilla. Hemos hecho el amor de pie, contra el tronco. Era virgen y su sangra ha caído al suelo, sobre las hojas.

Me ha dicho que Balzac le había hecho comprender algo: la belleza de una mujer es un tesoro que no tiene precio.

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