- Qué extraño, pensó, y cogió nuevamente la carta. "A ti, que nunca me has conocido", ponía como encabezamiento, como si fuera un título
- No hay nada en el mundo que sea equiparable al secreto amor de una niña que permanece en la penumbra y tiene pocas esperanzas. Es humilde y servil, tan receloso y apasionado como nunca puede serlo el amor inadvertidamente exigente y lleno de deseo de la mujer adulta
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