- Este libro está dedicado a una minoría; quizá no hayan nacido aún aquellos a quienes va dirigido. (...) Sólo un futuro remoto me pertenece. Hay quien nace póstumo.
- ¿Qué es la felicidad? Sentir que aumenta nuestro poder, que superamos algo que nos ofrece resistencia.
- Si consideramos la compasión desde la perspectiva del valor de las reacciones que suele provocar, veremos más claramente aún su carácter nocivo respecto a la vida. La compasión pone trabas a esa ley de la evolución que es la selección. Conserva lo que está ya maduro para perecer; constituye una resistencia que milita a favor de los desheredados y de los sentenciados de la vida
- Quiero decir algo más contra el Kant moralista. Una virtud ha de ser invención nuestra, una defensa y una necesidad muy personal nuestra. Si se la considerase de otro modo, no sería más que un peligro. Todo lo que no sea condición de nuestra vida la perjudica; una virtud que se practica exclusivamente por respeto al concepto de "virtud", como pretendía Kant, es nociva. La "virtud", el "deber", el "bien en sí", el bien interpretado en términos de impersonalidad y de validez universal son engaños del cerebro en los que se manifiestan la decadencia, la debilitación última de las fuerzas de la vida, las sombras chinescas del filósofo de Könisberg.
- ¿Hay algo que destruya más rápidamente que trabajar, pensar y sentir, sin una necesidad interior, sin una elección íntima y personal, sin experimentar ningún placer, como un autómata del "deber"? Ésta es precisamente la receta para provocar la decadencia e incluso la idiotez. Kant se volvió idiota.
- El amor es el estado en el que el hombre se encuentra más propenso a ver las cosas como no son. (...) El amor hace que se soporten más cosas que en cualquier otra situación: permite que se tolere todo
- Este mensajero de la "buena nueva" murió del mismo modo que vivió, como lo había enseñado; no para "redimir a la humanidad", sino para mostrar cómo hay que vivir. Lo que legó a la humanidad fue la práctica: la forma como se comportó ante sus jueces, sus verdugos y sus acusadores, frente a todas las calumnias y burlas que hubo de sufrir; su actitud cuando estaba clavado en la cruz. No ofreció resistencia, ni defendió sus derechos; no hizo lo más mínimo para alejar de sí la situación extrema a la que se vio abocado: más aún la provocó. (...) Quien busque pruebas para demostrar la existencia de un dios irónico que mueve los hilos del gran teatro del gran teatro del mundo, hallará un argumento más que suficiente en ese gigantesco signo de interrogación que se llama cristianismo. ¿Hay alguna forma mayor de ironía a escala de historia universal que el hecho de que la humanidad se encuentre de rodillas ante la antítesis de lo que fue el origen, el sentido y el derecho del evangelio; que haya santificado con la idea de "Iglesia" aquello precisamente que el mensajero de la "buena nueva" consideró por debajo de él y superado?
- Ahora ya podemos ver claramente a qué puso punto final la muerte de Cristo en la cruz: a un nuevo movimiento totalmente originario, similar al budista en cuanto su carácter pacífico, encaminado a conseguir la felicidad en la tierra, no como algo meramente prometido, sino como una realidad efectiva. Pues como ya he dicho, la diferencia existente entre estas dos religiones de la decadencia, es que el budismo no promete pero cumple, mientras que el cristianismo lo promete todo pero no cumple nada
- Los fanáticos resultan pintorescos, y la gente prefiere contemplar gestos a escuchar razones
- Lo bello es cosa de pocos, el bien es un privilegio. Por el contrario, nada se les puede consentir menos a estos hombres superiores que unos modales feos, que una forma pesimista de verlo todo -un ojo que afee lo que mire- y sobre todo, que se indignen por el aspecto general de las cosas. La indignación, al igual que el pesimismo, constituye una prerrogativa de los parias (chandalas)
- La injusticia no radica nunca en la desigualdad de derechos, sino en exigir la igualdad de derechos. ¿Qué es lo malo? Ya lo dije antes: todo lo que hunde sus raíces en la debilidad, en la envidia y en la venganza. El anarquista y el cristiano son de la misma casta
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