- "Esta es la tristeza que se adhiere a toda vida mortal, -afirma Schelling- una tristeza que, sin embargo, nunca llega a la realidad, sino que sólo sirve a la perdurable alegría de la superación. De ahí el velo de la pesadumbre, el cual se extiende sobre la naturaleza entera, de ahí la profunda e indestructible melancolía de toda vida. Sólo en la personalidad está la vida; y toda personalidad se apoya en un fundamento oscuro, que, no obstante, debe ser también el fundamento del conocimiento"
- Shelling, entre otros, atribuye a la existencia humana una tristeza fundamental, ineludible. Más concretamente, esta tristeza proporciona el oscuro fundamento en el que se apoyan la conciencia y el conocimiento.
- La existencia humana, la vida del intelecto, significa una experiencia de esta melancolía y la capacidad vital de sobreponerse a ella. Hemos sido creados, por así decirlo "entristecidos"
- Nada, ni las más profundas exploraciones de la epistemología o de la neurofisiología, nos han llevado más allá de la identificación del pensamiento con el ser, identificación que debemos a Parménides. Este axioma sigue siendo a la vez la fuente y el límite de la filosofía occidental
- En frentes absolutamente decisivos no llegamos a ninguna respuesta satisfactoria, mucho menos concluyente, por inspirado y coherente que sea el proceso de pensamiento, ya sea individual o colectivo, ya sea filosófico o científico. Esta contradicción interna, esta destinada ambigüedad, es inherente a todos los actos de pensamiento, a todas las conceptualizaciones e intuiciones. Escuchad atentamente el tumulto del pensamiento y oiréis en su centro inviolado, duda y frustración. Éste es un primer motivo para el Schwermut, para la pesadumbre
- Los arrebatos de concentración en el pensamiento no desviado, la obligatoriedad de centrarse de manera absoluta, pueden conllevar un riesgo de posterior agotamiento o daño mental. Hay monomanía en ciertas intensidades del pensamiento. Es no obstante, una monomanía sin la cual muchas cimas y logros del entendimiento humano no serían viables. Arquímedes no desistió de su análisis de las secciones cónicas, aunque semejante concentración fue la causa de su muerte. La gran mayoría de las veces, sin embargo el pensamiento ordinario es una empresa chapucera y de aficionados. Una segunda causa de melancolía indestructible
- El pensar nos hace presentes a nosotros mismos. Los pensamientos son nuestra única posesión segura
- Como en la astuta alegoría de Jonathan Swift, la completa veracidad, la completa transparencia del pensamiento pertenecen al reino animal. Hombres y mujeres persisten en virtud de un disfraz recurrente. Pero la máscara se lleva debajo de la piel. Sin embargo, fijaos en esta paradoja. Este núcleo inaccesible de nuestra singularidad, las posesiones más íntimas, privadas e impenetrables, es también un lugar común mil millones de veces. Aunque expresados, manifiesta o tácitamente, en diferentes formas léxicas, gramaticales y semánticas, nuestros pensamientos son, en una medida abrumadora, un universal humano, una propiedad común. Han sido pensados, están siendo pensados, serán pensados millones y millones de veces por otros. Son interminablemente banales y trillados.
- En consecuencia, la verdadera originalidad de pensamiento, el hecho de tener un pensamiento por primera vez (¿y cómo vamos a saberlo?) es extremadamente infrecuente. Como dijo Alexander Pope en su célebre observación, es la forma verbal y no el contenido la que produce impresión de novedad. (...) La originalidad es casi siempre una variante o innovación en la forma, en los medios de ejecución, en los medios disponibles...
- Puede que nos deje atónitos la aposición contenida en le sale espoir, sucia esperanza, de Sartre y que no encontremos niguna expresión pública anterior de esta ironía
- Pensar es algo supremamente nuestro, se halla oculto en la más íntima privacidad de nuestro ser. Es también el más común, manido y repetitivo de los actos. La contradicción no puede resolverse. Una tercera razón para una tristeza que se adhiere a nosotros.
- Cuando se ocupa de la "verdad", cuando la invoca, el pensamiento relativiza este criterio en el momento en el que hace referencia a él. No hay escapatoria de esta circularidad dialéctica. Como consecuencia, la historia de la verdad, un concepto que por definición niega todo estatus absoluto -lo absoluto no tiene historia-, abarca desde las fábulas más dogmáticas, "reveladas" hasta el más extremo escepticismo y el recurso moderno, ya implícito en el esceptiscismo clásico. Todo vale. Por consecuente, por escrupuloso que sea en su autoexamen, un acto de pensamiento postula su conquista de la verdad únicamente allí donde el proceso es tautológico, donde el resultado es una equivalencia formal, como sucede en las matemáticas o en la lógica simbólica.
- Esta fundamental antinomia entre las pretensiones que tiene el lenguaje de ser autónomo, de estar liberado del despotismo de la referencia y la razón - pretensiones que son fundamentales para la modernidad y la deconstrucción)- por una parte, y la desinteresada búsqueda de la verdad, por otra, es un cuarto motivo para la tristeza
- Pero con mucho, la masa del iceberg del pensamiento humano se desvanece, sin ser percibida ni registrada, en el cubo de la basura del olvido. (...) Frustración y desconcierto, los cuales no prueban que el pensamiento o lo imaginado borrado y perdido no fuera de insigne mérito o importancia. Lo que pasa es que está fuera de nuestro alcance, desvanecido, como lo están millones y millones de pensamientos que fluyen a traves de nuestro ser en un despilfarro insondable. (...) es precisamente esta generación infinitamente derrochadora y ruinosa, lo que no podemos, hasta ahora, justificar. Pero el déficit está más allá de todo cálculo. Una quinta razón para ese fundamento oscuro.
- Podemos tenerlo todo abrumadoramente a nuestro favor, la inducción puede parecer casi contractual e infalible, pero esperar, tener expectativas o esperanza es un azar. Y su única certidumbre es la muerte. Las consecuencias de nuestras expectativas, de esta impaciencia que llamamos "esperanza", se quedan cortas. Muchas veces fracasan totalmente. Habitualmente la previsión, la proyección, la fantasía y la imagen están por encima de la realización. (...) Un revelador vacío, una tristeza de la saciedad sigue a todos los deseos satisfechos. (...) Esperar contra toda esperanza, es una expresión vigorosa pero en última instancia condenatoria de la sobra que arroja el pensamiento sobre la consecuencia. Una sexta fuente para la tristitia.
- Inciertas relaciones entre el pensamiento y el amor. De aquí la posibilidad de que el amor entre seres pensantes sea una gracia en cierto modo milagrosa. (...) Los seres humanos más cercanos y sinceros siguen siendo unos extraños, más o menos parciales, más o menos desconocidos los unos para los otros. El acto del amor es también el de un actor. La ambigüedad es inherente a la palabra. Ninguna luz final, ninguna empatía en el amor desvela el laberinto que es la interioridad de otro ser humano (...) al final el pensamiento puede hacer que seamos unos extraños los unos para los otros. El amor más intenso, quizá más débil que el odio, es una negociación, nunca concluyente entre soledades. Octava razón para la tristeza
- Todos vivimos dentro de una incesante corriente y magma de actos de pensamiento, pero sólo una parte muy limitada de la especie da prueba de saber pensar. Heidegger confesó lúgubremente que la humanidad en su conjunto aún no había salido de la prehistoria del pensamiento. (...) La capacidad de tener pensamientos que merezcan la pena de ser pensados, y más aún, de ser expresados y conservados es relativamente rara.
- Somos -el famoso ergo sum- en la medida en la que nos esforzamos en "pensar el ser", el "no ser" (la muerte) y la relación de estos polos con la presencia o ausencia, con la vida y la muerte de Dios antropomórficamente expresadas. El parcial retroceso de este interés en los asuntos públicos o privados de las tecnocracias occidentales desarrolladas, un retroceso antagonista a las airadas oleadas del fundamentalismo invade nuestra situación política e ideológica actual.
- No estamos una pulgada más cerca que Parménides o Plantón de cualquier solución verificable del enigma de la naturaleza y de la finalidad de nuestra existencia, si es que la tiene, en este universo probablememnte múltiple; no estamos más cerca de determinar si la muerte es o no el final o si Dios está presente o ausente. A lo mejor incluso estamos más lejos.
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