Pienso en mi madre cada vez con más frecuencia e intensidad. Las raíces de mi fuerza y de mi capacidad de no rendirme frente a las dificultades se hunden en su amor. La soledad, siempre al acecho incluso en una vida llena de afecto, y que hace tres años me desveló de improviso su rostro de Medusa, encuentra aún en ella su consuelo y su superación.
De algún modo me siento responsable de su felicidad y me pregunto si han recibido las armas y los instrumentos necesarios para hacer las elecciones conscientes, para ser aguerridos en las pruebas, fuertes en las desilusiones, generosos en el éxito, para amar y vivir en el significado.
Posfacio- Claudio Magris
Somos profundos, volvamos a ser claros. Estas palabras de Nietzsche pueden definir las páginas de Marisa Madieri.
No hay comentarios:
Publicar un comentario