Vivo de aquello que los otros no saben de mí. Peter Handke
El alma humana necesita esferas en las que pueda estar en sí misma sin la mirada del otro (...) Solo la máquina es transparente
El tiempo transparente es un tiempo carente de todo destino y evento. Las imágenes se hacen transparentes cuando, liberadas de toda dramaturgia, coreografía y escenografía, de toda profundidad hermenéutica, de todo sentido, se vuelven pornográficas. Pornografía es el contacto inmediato entre la imagen y el ojo. Las cosas se tornan transparentes cuando se despojan de singularidad y se expresan completamente en la dimensión del precio. El dinero, que todo lo hace comparable con todo, suprime cualquier rasgo de lo inconmensurable, cualquier singularidad de las cosas. La sociedad de la transparencia es un infierno de lo igual.
Georg Simmel escribe: "el mero hecho del conocer absoluto, del psicológico haber agotado, nos desencanta, incluso sin un entusiasmo precedente, paraliza la vitalidad de las relaciones. (...) incluso en la relación más estrecha, que abarca al hombre entero, respeta todavía la propiedad privada, que limita el derecho a preguntar en virtud del derecho al secreto".
Una relación transparente es una relación muerta, a la que le falta toda atracción, toda vitalidad. Solo lo muerto es totalmente transparente
Está demostrado que más información no conduce de manera necesaria a mejores decisiones. (...) La sociedad de la transparencia no permite lagunas de información ni de visión. Pero tanto el pensamiento como la inspiración requieren un vacío.
Más información o una acumulación de información por sí sola no es ninguna verdad, le falta dirección, a saber, el sentido
La sociedad positiva tampoco admite ningún sentimiento negativo. Se olvida de enfrentarse al sufrimiento y al dolor, de darles forma. Para Nietzsche, el alma humana agradece su profundidad, grandeza y fuerza precisamente, a la demora en lo negativo.
El sufrimiento y la pasión son figuras de la negatividad. Ceden por una parte, al disfrute sin negatividad. Y por otra parte, entran en su lugar las perturbaciones psíquicas, como el agotamiento, el cansancio y la depresión que han de atribuirse al exceso de positividad.
Es obscena la hipervisibilidad, a la que falta toda negatividad de lo oculto, lo inaccesible y lo misterioso. También son obscenos los torrentes lisos de la hipercomunicación, que está libre de toda negatividad de alteridad. Es obscena la coacción de entregar todo a la comunicación y al a visibilidad. Es obsceno el pornográfico poner el cuerpo y el alma ante la mirada.
Las imágenes llenas del valor de exposición no muestran ninguna complejidad. Son inequívocas, es decir, pornográficas. Les falta toda ruptura, que desataría una reflexión, una revisión, una meditación.La complejidad hace más lenta la comunicación. La hipercomunicación anestésica reduce la complejidad para acelerarse. Es esencialmente más rápida que la comunicación del sentido.
La tensión erótica no brota de la exposición permanente de la desnudez, sino de la puesta en escena de una aparición-desaparición. (R.Barthes) Es la negatividad de la interrupción la que confiere un brillo a la desnudez. (...) Lo erótico presupone, además, la negatividad del misterio y de la reconditez. No hay ninguna erótica de la transparencia. Precisamente allí donde desaparece el misterio a favor de la total exposición y del pleno desnudamiento comienza la pornografía. La dibuja una penetrante e incisiva positividad.
Barthes cita a Kafka: Fotografiamos cosas para ahuyentarlas del espíritu. Mis historias son una forma de cerrar los ojos.
En contraposición al cálculo, el pensamiento no es transparente para sí mismo. El pensamiento no sigue rutas previsibles, sino que se entrega a lo abierto. Según Hegel, dentro del pensamiento mora una negatividad, la cual permite hacer experiencias que lo transforman. La negatividad del hacerse otro es constitutiva para el pensamiento. Ahí está la diferencia frente al cálculo, que permanece siempre igual a sí mismo. Esta igualdad es la condición de la posibilidad de la aceleración. La negatividad no solo marca la experiencia, sino también el conocimiento. Un único conocimiento puede cuestionar en conjunto y transformar lo ya existente. A la información le falta esa negatividad. También la experiencia tienen consecuencias, de las cuales surge la fuerza de la transformación. En esto se distingue de la vivencia, que deja intacto lo ya existente.
La narración ejerce una selección. La ruta narrativa es estrecha, solo admite determinados sucesos. Con ello, impide la pululación y masificación de lo positivo. El exceso de positividad, que domina la sociedad actual, es un indicio de que ha perdido la narratividad. También la memoria queda afectada por ello. Su narratividad la distingue del acumulador, que trabaja de forma meramente aditiva y acumula.
En contraposición al mundo de la verdad en Platón, a la actual sociedad de la transparencia le falta aquella luz divina que implica una tensión metafísica. La transparencia carece de trascendencia.
Si lo se todo, sobra la confianza (...) Donde se da la transparencia no se da ningún espacio para la confianza". La transparencia deshace la confianza
El control total aniquila la libertad de acción y conduce, en definitiva, a una uniformidad. La confianza, que produce espacios libres de acción, no puede suplantarse simplemente por el control: "los hombres tienen que creer y confiar en su gobernante: con su confianza le conceden una cierta libertad de acción y renuncian a un constante examen y vigilancia. Sin esa autonomía, de hecho no podría dar ningún paso" R. Sennett
La sociedad de la transparencia es una sociedad de la desconfianza y de la sospecha, que a causa de la desaparición de la confianza, se apoya en el control. La potente exigencia de transparencia indica precisamente que el fundamento moral de la sociedad se ha hecho frágil, que los valores morales, como la honradez y la lealtad, pierden cada vez más su significación.
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