Mi epigrama
favorito de Dufoo (hijo): “en su trágica desesperación arranca, brutalmente,
los pelos de su peluca”.
“La dignidad
de la inteligencia reside en reconocer que está limitada y que el universo se
encuentra fuera de ella” Pessoa La educación del estoico
El caso de
Hofmannsthal es uno de los más singulares y polémicos del arte de la negativa,
por su fulgurante ascenso de niño prodigio de las letras, por la crisis de
escritura que posteriormente le sobreviene (y que refleja en su Carta de Lord
Chandos, pieza emblemática del arte de la negativa) y por su sucesiva y
prudente corrección de rumbo.
Hablar –
parecen indicarnos tanto Wakefield como Bartleby- es pactar con el sinsentido
del existir.
Siempre fue
una vieja aspiración de Oscar Wilde, expresada en El crítico como artista, “no
hacer absolutamente nada, que es la cosa más difícil del mundo, la más difícil
y la más intelectual” (…) El hombre que había dicho que “el trabajo es la
maldición de las clases bebedoras” huyo de la literatura como de la peste y se
dedicó a pasear, beber y en muchas ocasiones, a la contemplación dura y pura. (…)
A su muerte, un periódico parisino recordó muy oportunamente unas palabras de
Wilde “Cuando no conocía la vida, escribía; ahora que conozco su significado,
no tengo nada más que escribir”.
Los talentos
de primer orden –escribe Schopenhauer- jamás serán especialistas.
¿Te da miedo
el silencio?
Ahora creo
observarlo con perfecta visibilidad: dadas las feroces reacciones que no callar
provoca en algunos enclaves controlados por ágrafos, ¿cómo no va a estar
profundamente arraigada en mí “la pulsión negativa, la atracción por no hacer
nada”? Lo está, pero no cedí nunca a esa
atracción, precisamente por el miedo que me produce el silencio.
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