miércoles, 30 de diciembre de 2009

Kokoro - Natsume Soseki

Sensei no reaccionaba al cariño de la gente porque se despreciaba a sí mismo y no por menosprecio a los demás.

El recuerdo de haberse arrodillado ante una persona en un futuro te hace querer pisarle la cabeza. Yo prefiero evitar el respeto de hoy para no recibir el agravio de mañana. Mejor aguantar mi soledad actual y no una soledad futura que sería horrorosa. La gente de hoy, nacida bajo el signo de la libertad, la independencia y la autoestima, debe, en justa compensación, saborear esta soledad.

Tal vez, haya bastante diferencia entre mi idea de la ética y la idea de la ética de los jóvenes de ahora. Aún así, aunque me equivoque, esa moral viene de mi. No es un traje alquilado con el que uno se viste un rato. Por eso pienso que mi moral podría servirte de referencia a ti, que ahora estás desarrollando tu propia personalidad.

Desde entonces, mi prima y yo éramos amigos. Sabrás también que nunca ocurre enamoramiento entre hermano y hermana. Tal vez estoy repitiendo algo que reconoce todo el mundo, pero creo que entre un hombre y una mujer que son buenos amigos y se ven muchas veces no hay esa frescura tan estimulante y necesaria para el enamoramiento. Para captar el perfume del incienso, hay que olerlo en el momento de quemarse; para saborear al máximo el sake, hay que degustarlo en el instante de meterlo en la boca por primera vez. Igualmente, en el impulso del amor, debe existir un punto clave en el tiempo. Si ese punto se deja pasar, si una persona se acostumbra a la otra, puede surgir el cariño, pero el nervio del enamoramiento poco a poco se va paralizando.

La mía fue una respuesta tal vez banal, pero para mi era una respuesta viva. Yo creo que dar una opinión banal con el corazón caliente es más vivo que dar una opinión original con la cabeza fría. El cuerpo se mueve gracias a la sangre. Las palabras vivas no sólo sirven para hacer vibrar el aire, sino que también pueden agitar poderosamente el corazón humano.

El yo que tú conoces es el resultado de una personalidad ensuciada con el polvo del camino de la vida.

Sumando todas esas actitudes de la señora, llegué a la conclusion de que había conquistado la confianza de la familia. Incluso, descubrí que tal confianza se remontaba a nuestro primer encuentro. Yo, que entonces recelaba de todo el mundo, me sentía ahora totalmente aturdido por este descubrimiento. Di en pensar que las mujeres eran más ricas en poder intuitivo que los hombres y que, por esa misma razón, hay tantas mujeres engañadas en el mundo. Es divertido pensar que nunca se me había ocurrido analizar mi confianza en la señorita, basada ni más ni menos que en la intuición.

Yo adopté la línea de no oponerme a él en lo posible. La táctica era sacar el hielo al sol para que se derritiera y transformara en agua tibia.

En esa discusión recuerdo haber utilizado una y otra vez la palabra "humano". K me dijo que bajo ese término, yo ocultaba todas mis debilidades.

Soy de la opinión de que las mujeres tienden, en mayor medida que los hombres, a disfrutar más al ser amadas como objetos exclusivos de amor, aunque el amor se salga del camino correcto, que cuando ese amor comprende a toda la humanidad.

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