La guerra es la paz
la libertad es la esclavitud
la ignorancia es la fuerza
Winston comprendía que ya estaba muerto. Le parecía que sólo ahora, en que empezaba a poder formular sus pensamientos, era cuando había dado el paso definitivo. Las consecuencias de cada acto van incluidas en el acto mismo.
El que controla el pasado controla también el futuro. El que controla el presente controla el pasado.
La ortodoxia significa no pensar, no necesitar el pensamiento. Nuestra ortodoxia es la inconsencia.
Le sorprendió que en los momentos de crisis no estemos luchando nunca contra un enemigo externo, sino siempre contra nuestro propio cuerpo.
Cuando ella dijo que no podía venir, había sentido como si lo estafaran. Pero en aquel momento la multitud los aplastó el uno contra el otro y sus manos se unieron y ella le acarició los dedos de un modo que no despertaba su deseo, sino su afecto. Una honda ternura, que no había sentido hasta entonces por ella, se apoderó súbitamente de él.
En realidad no había escapatoria. E incluso el único plan posible, el suicidio no estaban dispuestos a llevarlo a efecto. Dejar pasar los días y las semanas, devanando un presente sin futuro, era lo insistivo, lo mismo que nuestros pulmones ejecutan el movimiento respiratorio siguiente mientras tienen aire disponible.
Confesar no es traicionar. No importa lo que digas o hagas, sino los sentimientos. Si pueden obligarme a dejarte de amar... ésa sería la verdadera traición. (...) Eso es verdad. No pueden penetrar en nuestra alma. Si podemos sentir que merece la pena seguir siendo humanos, aunque este no tenga ningún resultado positivo, los habremos derrotado.
Durante todo el tiempo de que se tiene noticia, probablemente desde fines del período neolítico, ha habido en el mundo tres clases de personas: los Altos, los Medianos y los Bajos. (...) Los fines de estos tres grupos son inconciliables. Los Altos quieren quedarse donde están. Los Medianos tratan de arrebatarles sus puestos a los Altos. La finalidad de los Bajos, cuando la tienen -porque su principal característica es hallarse aplastados por las exigencias de la vida cotidiana-, consiste en abolir las distinciones y crear una sociedad en que todos los hombres sean iguales.
La estructura general de la sociedad, en el vértie de la pirámide está el Gran Hermano. Éste es infalible y todopoderoso.
Esta peculiar trabazón de elementos opuestos -conocimiento con ignorancia, cinismo con fanatismo- es una de las características distintivas de la sociedad.
domingo, 13 de noviembre de 2011
De la nariz al cielo - Luigi Pirandello
Algunas noches, incluso ha llegado a pensar que él, que hace la luz, hace también las sombras. Porque no se puede dar una cosa sin su contrario. Aquel que nace, muere. Y la sombra es como la muerte que sigue a un cuerpo que camina.
Aquí estaba: el deseo, al no poder la mano ávida, alargaba un suspiro. Y quién sabe cuántos y cuántos no venían aquí a pasear justo por eso, para no suspirar como él en ese momento: ¡Si fuera mío!
Porque el destino de las cosas que son de todos que no sea, en realidad, de nadie.
Tanto tú como yo tenemos a punto, hasta ahora, dentro de nosotros, el mecanismo del civismo, y dejamos que la basura de todas nuestras acciones, de todos nuestros pensamientos, de todos nuestros sentimientos se nos pose muy callada, a escondidas, en el fondo de la conciencia. Pero, haz que uno, al que se le haya averiado el mecanismo, se ponga a mirarte como te he mirado yo. No ya de broma, como lo he hecho yo, sino en serio, y te remueva sin que te lo esperes, desde el fondo de la conciencia, todo el poso de esa basura que llevas dentro, ¡y dime si no te asustas!
A veces el agua marina, en ciertas playas solitarias, tiene una limpidez tan tersa y transparente que, por mucho que se desee sumergirse en ella para obtener el placer más delicioso, se siente casi una sagrada condición a enturbiarla.
Aquí estaba: el deseo, al no poder la mano ávida, alargaba un suspiro. Y quién sabe cuántos y cuántos no venían aquí a pasear justo por eso, para no suspirar como él en ese momento: ¡Si fuera mío!
Porque el destino de las cosas que son de todos que no sea, en realidad, de nadie.
Tanto tú como yo tenemos a punto, hasta ahora, dentro de nosotros, el mecanismo del civismo, y dejamos que la basura de todas nuestras acciones, de todos nuestros pensamientos, de todos nuestros sentimientos se nos pose muy callada, a escondidas, en el fondo de la conciencia. Pero, haz que uno, al que se le haya averiado el mecanismo, se ponga a mirarte como te he mirado yo. No ya de broma, como lo he hecho yo, sino en serio, y te remueva sin que te lo esperes, desde el fondo de la conciencia, todo el poso de esa basura que llevas dentro, ¡y dime si no te asustas!
A veces el agua marina, en ciertas playas solitarias, tiene una limpidez tan tersa y transparente que, por mucho que se desee sumergirse en ella para obtener el placer más delicioso, se siente casi una sagrada condición a enturbiarla.
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