domingo, 18 de julio de 2010

El don de Vorace - Félix Francisco Casanova

  • Comienzo a enjaezar a la bestia de mi cerebro: la montura del razonamiento, los estribos de la lógica
  • ¿Has leído mi diario? - Lo leo desde que empezaste con esa manía. Te desconozco mejor que a mí misma
  • Leo la Caída de mi amigo Camus "desde luego que el amor verdadero es excepcional. Sobrevendrá más o menos dos o tres veces por siglo..."
  • Lo hubiera pasado muy bien con una muchacha como Débora, construiría con ella una frase perfecta, donde las escasas virtudes detienen el torrente de defectos y el amor parece flotar sobre tanta miseria
  • Al fin alcanzo el espejo: observo la más horrible figura humana. Todo mi cuerpo tiene una capa superpuesta, comienzo a desprenderme la piel que ha sufrido siglos de esclavización, la lucha contra los tiranos, el olor mohoso de la más profunda gruta. Me arranco el cuero cabelludo. Mi otra piel, la que siempre ha permanecido en mi interior salvaguardada de la inmundicia, es incolora y mis ojos verdes parecen dos esmeraldas en la nieve. Me desembarazo de la capa de pelo y musgo de la lengua, una costra pútrida sobre mis auténticos dientes de leche, la máscara cae como una casa derruida. Despedazo la epidermis de mi tórax, sexo, piernas. Quedo como un montículo de nieve y a mis pies un charco de carne purulenta y mugre. Me muevo ágilmente como un potro salvaje con las crines mojadas por la lluvia. Me encamino al gran río. El frío penetra en mis huesos como cirios. Toco el agua y en agua me convierto.
  • Marta acaba de llegar a mi habitación, despachamos los recados en los oídos.
  • Estoy soñando literalmente: - Bien, abre el cofre - en tono grave el gordo aduanero. - Viejos recuerdos, no más - el nómada hablaba como un cántaro al romperse-, una clepsidra deshidratada, argollas de similor, aretes con trozos de piel de mujer, collares de espejos trenzados...y esto. - ¿Y esto qué es? - las cejas del aduanero se arquearon. - Mi alma - susurró el viejo druida. -¡Por mis tripas que estás loco!, ¡tu espíritu cabe dentro de esta cajita de cristal? - Mi alma es blanca como mi largo cabello, arrugada y plegable como la piel de mi rostro, realmente habita ese diamante hueco - cabizbajo el cansado viajero. -Bien, tu cuerpo y el resto del cofre pueden pasar, pero está prohibido el contrabando de almas- impasible el aduanero devolvió el contenido de la almohadilla de vidrio al río de la vida. El anciano pasó jadeando las puertas de la Eternidad
  • Todo lo que podías anhelar es la fuente de la sabiduría, de la aventura, de la paz... Eso que llamamos amor, el intento de trascender alarmados al derrumbamiento definitivo, lastrado de azar y pobreza; ansias de felicidad y hedor a losa, sin poder salir desde fuera, porque urge entrar, sólo entrar.
  • Cosas así te han hecho y deshecho, amor, muralla discontinua con el rumbo en guerra y su molesto agravio: la soledad.
  • Los poetas que más me gustan son aquellos a los que aún no he leído
  • Esta noche deseo ser absolutamente sensible, abandonarme en la estela de huellas que bajan al mar y formar orilla. Temblando dibujo mi alma de vaho en el cristal y ella misma se borra cuando escampa. Esa lejana luz que ahogo con un solo dedo es toda mi potencia ajena a mí, cansado corazón de péndulo al pie de la escalera. Quiero ser sauce bajo lo poderosamente negro, o final de río para seguir siendo agua, palpitación inextinguible. La fiebre me hace brillar como vírgula encendida, todas mis venas conducen al bosque, al enorme placer de ser lluvia. Cada noche que pasa sé menos; cada noche que doblo por sus cuatro puntas, espero que acaben todas para saber nada... y empezar a llenarme.
  • Definición del amor: abertura del corazón, hecha a golpes de corazón
  • Las cosas que dan placer / seguro vienen por el río / y en la cascada se lanzan / como ramos de flores / en una procesión, / y yo qué sé, afanarse / en recogerlas como un avaro / tiende su capa ante / las monedas de oro, / es imagino, un error. / Mejor tomarlas como la lluvia / que moja sin querer, / al igual que el viento se lleva / las hojas de otoño, / alegremente.
  • Los mayores dan buenos consejos porque ya no pueden dar malos ejemplos

El huerto de los cerezos - Anton Chéjov

  • Trofímov - ¿Qué motivo tenemos de ser orgullosos? ¿Qué sentido tiene que el hombre sea orgulloso cuando es un ser que no está bien construido fisiológicamente y además, en la inmensa mayoría de los casos, es grosero, ignorante y profundamente infeliz? Hay que poner coto a esta admiración de sí mismo. Lo único preciso es trabajar
  • Trofímov - Y además ¿qué quiere decir eso: morir? Puede ser que el hombre tenga cien sentidos y que sólo los cinco que conocemos perezcan con la muerte, mientras que los noventa y cinco restantes siguen viviendo.
  • Lyubóv Andréyevna - ¿Y qué verdad es ésa? Usted puede ver dónde está la verdad y dónde no está, pero yo he perdido el sentido de la vista y no veo nada. Usted resuelve audazmente todos sus problemas, pero ¿no es acaso, querido, porque es usted joven y no ha tenido tiempo para sufrir a resultas de ninguno de sus problemas? Usted mira resueltamente hacia delante, pero ¿no es quizá porque no ve ni espera nada horrible, porque la vida sigue aún oculta de sus ojos?
  • Lyubóv Andréyevna - Debiera usted ser un hombre, a su edad debiera comprender a quienes sienten el amor. Y usted mismo debiera sentirlo, enamorarse.... ¡Sí sí! Y usted no es "puro", sino que se jacta de pureza, un tipo ridículo, un engendro...

Las tres hermanas - Anton Chéjov

  • Vershínin - Al cabo de doscientos o trescientos años la vida en este mundo nuestro será inconcebiblemente hermosa, maravillosa. El hombre necesita una vida así, y si de momento no la tiene, debe imaginársela, esperarla, soñar con ella, prepararse para ella; debe ver y saber más de lo que vieron y supieron su padre y su abuelo.
  • Másha - ¡Un vaso de vino para mí! ¡Ay, qué agradable es la vida! ¿Pero adónde ha ido a parar la nuestra?
  • Irína - ¿A donde? ¿A donde ha ido a parar todo? ¿Dónde está? ¡Ay, Dios mío Dios mío! He olvidado todo, lo he olvidado. Tengo la cabeza hecha un lío. Ni siquiera recuerdo cómo se dice "ventana" o "techo" en italiano. Todo se me olvida, cada día se me olvida algo, y la vida pasa, y nunca volverá, nunca jamás. Y nunca iremos a Moscú... Veo bien que no iremos nunca... ¡Ay qué infeliz soy! ¡No puedo trabajar, no voy a trabajar! Ya tengo bastante (...) Tengo ya veintitrés años, llevo mucho tiempo trabajando, y se me está secando el cerebro. Sé que he adelgazado, que estoy vieja y fea, y nada me satisface. Y pasa el tiempo y me parece que me voy alejando de la vida buena y genuina, que me voy alejando cada vez más y voy cayendo en una especie de abismo. Estoy desesperada y lo que no comprendo es por qué sigo viva todavía, por qué no me he matado ya...
  • Másha - Cuando una persona tiene que tomar la felicidad a ratos, en pequeñas dosis, como a mí me pasa, empieza a embastecerse poco a poco, a enfurecerse...
  • Ólga - Con el tiempo reinarán en el mundo la paz y la felicidad, y los que vivan entonces recordarán con benevolencia a los que vivimos ahora y nos bendecirán. ¡Oh, mis queridas hermanas, nuestra vida no ha acabado todavía! ¡Seguiremos viviendo! La banda toca con tanta alegría, con tanto gozo... y parece que si esperamos un poquito más sabremos por qué vivimos, por qué sufrimos... ¡Ay si lo supiéramos, si lo supiéramos...!