domingo, 18 de julio de 2010

El huerto de los cerezos - Anton Chéjov

  • Trofímov - ¿Qué motivo tenemos de ser orgullosos? ¿Qué sentido tiene que el hombre sea orgulloso cuando es un ser que no está bien construido fisiológicamente y además, en la inmensa mayoría de los casos, es grosero, ignorante y profundamente infeliz? Hay que poner coto a esta admiración de sí mismo. Lo único preciso es trabajar
  • Trofímov - Y además ¿qué quiere decir eso: morir? Puede ser que el hombre tenga cien sentidos y que sólo los cinco que conocemos perezcan con la muerte, mientras que los noventa y cinco restantes siguen viviendo.
  • Lyubóv Andréyevna - ¿Y qué verdad es ésa? Usted puede ver dónde está la verdad y dónde no está, pero yo he perdido el sentido de la vista y no veo nada. Usted resuelve audazmente todos sus problemas, pero ¿no es acaso, querido, porque es usted joven y no ha tenido tiempo para sufrir a resultas de ninguno de sus problemas? Usted mira resueltamente hacia delante, pero ¿no es quizá porque no ve ni espera nada horrible, porque la vida sigue aún oculta de sus ojos?
  • Lyubóv Andréyevna - Debiera usted ser un hombre, a su edad debiera comprender a quienes sienten el amor. Y usted mismo debiera sentirlo, enamorarse.... ¡Sí sí! Y usted no es "puro", sino que se jacta de pureza, un tipo ridículo, un engendro...

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