martes, 7 de diciembre de 2010

Correr tras el propio sombrero (y otros ensayos) - G.K. Chesterton

  • El hombre es una criatura muy cómica, y la mayor parte de las cosas que hace son cómicas, como comer, por ejemplo. Y las cosas más cómicas son precisamente las que más vale la pena hacer, como hacer el amor. Un hombre que corre tras su sombrero no es ni la mitad de ridículo que uno que corre tras su mujer.
  • Una aventura no es más que un inconveniente convenientemente considerado. Un inconveniente es sólo una aventura considerada equivocadamente.
  • "Se sobrellevan mejor las grandes penas. Lo más agotador son las pequeñas preocupaciones." La frase, aunque tenga algo de verdad, contiene también muchas posibilidades de autoengaño y error.
  • Si quiere usted percibir una felicidad ilimitada, póngase límites aunque sólo sea por un momento. Si quiere darse cuenta del modo temible y maravilloso en que está hecha la imagen de Dios, apóyese en una pierna. Si quiere reparar en la magnífica visión de todas las cosas visibles, guiñe un ojo.
  • Si hay algo peor que el debilitamiento moderno de los grandes principios morales es el reforzamiento de los pequeños principios morales. Así se considera más irrespetuoso acusar a un hombre de tener mal gusto que acusarlo de tener malos principios éticos.
  • Es un pecado imperdonable aburrirse. Es el pecado por el cual el universo entero tiende a ser infravalorado continuado y a desvanecerse de la imaginación.
  • El plomo reúne dos elementos antagónicos e indispensables en una sustancia fascinante: es al mismo tiempo robusto y maleable, se dobla y resiste; ante una gruesa capa de plomo tenemos la misma sensación que ante el destino. Es rígido, pero cede lo suficiente para hacernos creer que acabará por ceder del todo.
  • La poesía es cordura porque flota fácilmente en un mar infinito; la razón trata de cruzar el mar infinito y convertirlo así en finito. El resultado es el agotamiento mental. Aceptarlo todo es un ejercicio, comprenderlo todo es agotador. El poeta tan sólo aspira a la exaltación y la expansión, quiere un mundo en el que desperezarse. El poeta pide meter la cabeza en el cielo. Es el lógico quien trata de meterse el cielo en la cabeza. Y es su cabeza la que se parte en dos.
  • En el Edén había un máximo de libertad y un mínimo de prohibiciones; pero alguna clase de prohibición resulta esencial incluso para el disfrute de la libertad. Lo mejor de un prado verde es el seto que lo rodea.
  • Cada vez que alguien le dice al otro: "Dinos sencillamente lo que piensas", está dando por sentada la infalibilidad del lenguaje; es decir está dando por sentado que hay un esquema perfecto de expresión verbal para todos los estados de ánimo e intenciones de las personas.
  • El hombre no puede dividirse en dos (mal y bien). El mal, al contrario del bien, tiene un poder de aislamiento, de endurecimiento frente al exterior, que hace que el hombre se vuelva ciego a las bellezas morales o sordo a los más patéticos llamamientos. Quien persigue alguna obsesión inmoral alcanza sin duda una abominable simplicidad del alma y actúa en función de un único motivo. Ese contraste entre la ciega ligereza del mal y la casi perpleja omnisciencia del bien es un problema permanente. Si me emborracho perderé la dignidad, pero si me mantengo sobre puede que siga deseando beber. La virtud tiene la pesada carga del conocimiento; el pecado a menudo tiene algo de la levedad de la inocencia.
  • El libro de Job plantea verdaderamente la pregunta de si Dios castiga invariablemente el vicio con un castigo terrenal y recompensa la virtud con la prosperidad terrenal. En cuanto la gente comienza a creer que la prosperidad es una recompensa a la virtud, es evidente que la calamidad está próxima. Si la prosperidad se considera la recompensa de la virtud, se la considerará un síntoma de la virtud. Los hombres abandonarán la pesada tarea de hacer triunfar a los buenos y se dedicarán a la labor más sencilla de hacer buenos a los triunfadores.. Eso, que ha ocurrido a causa del comercio moderno y del periodismo, es la Némesis definitiva del perverso optimismo de los que consolaban a Job. A Job no se le dice que sus desgracias se debieran a sus pecados o a parte de un plan para mejorarlo. Pero en el prólogo vemos a Job atormentado no porque fuera el peor de los hombres, sino porque era el mejor. La lección de toda la obra es que las paradojas consuelan al hombre; y de acuerdo con todos los testimonios resulta de lo más tranquilizadora.
  • Tener algo que decir, una opinión decidida sobre las cosas, eso significa siempre que uno carece de temor y se enfrenta a todo. Pues desde el momento en que tenemos opinión sobre el universo, lo poseemos.
  • Para admirar algo hacen falta razones, para amarlo no.
  • El trotamundos vive en un mundo más pequeño que el campesino. Siempre respira un aire localista. Londres es un lugar comparable con Chicago; Chicago un lugar comparable con Tombuctú. Pero Tombuctú no es un lugar, puesto que allí al menos, vive gente que la considera el universo y respira, no un aire localista, sino los vientos del mundo.
  • Citas de Oscar Wilde: "La vida es demasiado importante para tomársela en serio" "Uno puede creer lo imposible pero nunca lo improbable" "Nada es tan fatídico para la personalidad como mantener las promesas, salvo tal vez decir la verdad" "Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer siempre que no la ame" "Las buenas intenciones son siempre agramaticales"
  • Hay dos maneras eternas e idénticas de contemplar este crepuscular mundo nuestro: podemos verlo como un ocaso o como un amanecer. (...) Hay ocasiones en las que nos abruma, no tanto el peso de la maldad como el peso de la bondad de la humanidad, y en las que sentimos que no somos más que los herederos de un humillante esplendor. Casi todos admiten que es bueno darse cuenta de que uno es el "heredero de todas las épocas"; mucho menos popular, pero igual de importante, es saber que a veces también es bueno reparar en que uno no es sólo un ancestro, sino un ancestro de antigüedad primordial; es bueno que se pregunte si no será un héroe y que albergue ennoblecedoras dudas sobre si no será un mito solar.
  • En el libro de Job, el argumento que convence al infiel no es una imagen de la ordenada beneficencia de la creación; sino por el contrario, una imagen de su inmensa e indescifrable sinrazón. Este sencillo sentido de la maravilla ante las formas de las cosas y su exuberante independencia de nuestros criterios intelectuales y nuestras triviales definiciones es tanto la base de la espiritualidad como del absurdo. El absurdo y la fe son las dos afirmaciones simbólicas supremas del hecho de que extraer el alma de las cosas con un silogismo es imposible.
  • Es más fácil comprender el cosmos que comprender el ego; es incluso más fácil saber dónde se está que quién se es. Hemos olvidado nuestro propio significado y todos vagamos por las calles sin que nadie nos cuide. Todo eso que llamamos sentido común, sentido práctico y sabiduría mundana significa tan sólo que por un irreflexivo momento recordamos que olvidamos. (...) El súbito sentido de una ignorancia sagrada y espléndida que se había abatido sobre mi alma: el enigma de estar vivo. Los santos no han descubierto la respuesta. Los filósofos ni siquiera han sabido plantear la pregunta. Pero en ese momento al menos recordé que no podía recordar.
  • La principal característica de la moralidad esencial del país de las hadas es que la felicidad, allí igual que en cualquier otra parte, requiere de un objetivo e incluso de un reto: sólo podemos admirar un paisaje si estamos dispuestos a recorrerlo.
  • Todos respetamos calurosamente la humildad..., de los demás. (...) Si la humildad se ha desprestigiado como virtud en nuestros días, no es del todo irrelevante señalar que dicho desprestigio ha surgido al mismo tiempo que se producía el enorme colapso de la alegría en la literatura y la filosofía contemporáneas. La gente ha resucitado el esplendor de la autoafirmación griega a la vez que resucitaba la amargura del pesimismo griego.
  • El más brillante exponente de la escuela egoísta, Nietzsche, admitió, con una lógica mortífera y honorable, que la filosofía de la autosatisfacción conduce a mirar con desprecio a los débiles, a los cobardes y los ignorantes. El filósofo del ego lo ve todo, de eso no hay duda, desde un cielo elevado y rarificado; pero todo lo ve acortado o deformado.
  • Suele definirse al pesimista como un hombre en rebeldía. No lo es. En primer lugar, porque para estar en rebeldía es necesaria cierta alegría, y en segundo lugar porque el pesimismo apela al lado más débil de la gente, y el pesimista por tanto, tiene una ocupación tan ruidosa como un tabernero. El que verdaderamente está en rebeldía es el optimista, quien en general vive y muere en un intento desesperado y suicida por persuadir a lo demás de lo buenos que son. Todos los grandes revolucionarios desde Isaías a Shelley han sido optimistas. Se indignaban no por la maldad de la existencia, sino por la lentitud de los hombres en apreciar su bondad.
  • Todos los hombres desean creer y a menudo son tan débiles como para creer: que ellos constituyen la medida suprema de las cosas. Orgullo no es pretender hacer el bien, es pensar que algo está mal porque no parece característicamente nuestro.