Enemigos
- La belleza sutil y huidiza del dolor humano, que aún tardará mucho tiempo en ser comprendida y descrita y que, por lo visto, sólo la música es capaz de expresar
- En general, por muy bella y profunda que sea una frase, afecta sólo a los indiferentes, pero no siempre satisface a los felices o desgraciados, porque la expresión más elevada de la felicidad o la desgracia es muy a menudo el silencio
- En ambos surgía con violencia el egoísmo del desgraciado. Los desgraciados son egoístas, malévolos, injustos, crueles, y menos capaces de comprenderse mutuamente que los imbéciles. La desgracia no une a las gentes, sino que las separa
El monje negro
- ¿Por qué... por qué me han curado? Medicamentos a base de bromuro, holganza, baños tibios, vigilancia, miedo trivial de cada bocado que como y de cada paso que doy... todo esto acabará por hacer de mí un imbécil. Había perdido el juicio, tenía monomanía de grandeza, estaba alegre, animoso, hasta feliz; era interesante y original. Ahora estoy cuerdo y fuerte, pero soy como los demás. Soy una medianía, la vida me causa hastío...
Casa con desván
- (...) pesimismo, enfermedad del siglo (...) No es cosa de pesimismo u optimismo -dije yo irritado-, sino de que de cada cien personas noventa y nueve son tontas
- La alfabetización del campesino, las cartillas con consejos y adagios estúpidos, y los puestos de socorro no pueden disminuir la ignorancia ni la mortalidad, por lo mismo que la luz de esas ventanas no puede alumbrar ese enorme jardín. Ustedes no aportan nada, sino que su injerencia en la vida de esta gente no hacen más que crearle nuevas necesidades, nuevos motivos de trabajo. (...) Hace falta liberar a las gentes del trabajo físico degradante. Hay que aligerarles el yugo, darles algún respiro para que no pasen toda su vida junto a la estufa, junto a la artesa o en el campo, para que tengan tiempo de pensar también en su alma, en Dios, para que puedan realizar sus posibilidades espirituales. La vocación de todo hombre en actividad espiritual consiste en la busca continua de la verdad y el sentido de la vida.
La señora del perrito
- ¿Por qué le amaba tanto? A las mujeres siempre les había parecido distinto del que era en realidad; no le habían amado a él, sino a un hombre que creaban en su propia fantasía y a quien ávidamente buscaban en la vida; y cuando luego descubrían su equivocación, seguían no obstante, amándole. Ninguna había sido feliz con él.