- Y además el nombre de la casa era tan bonito, "Hoy". Le recordaba a Xenia, esa capacidad suya de disfrutar de cada instante, de amar la vida sin ilusiones, sin falsa amargura.
- No le cabía en la cabeza que Xenia pudiese tenerle envidia, ser de esas personas que no aceptan la felicidad de los demás.
domingo, 28 de junio de 2009
La música del hambre - J.M.G. Le Clézio
Bariloche - Andres Neuman
- Vivimos igual que soñamos: solos. Joseph Conrad
- Y entonces me besó distinto, un beso largo y triste que yo no entendí del todo pero que era como definitivo. Fue esa madrugada cuando más pasión sentí, y desde esa vez mi vida va así medio limosneando cachitos de ese sentimiento. No me acuerdo si le dije te quiero o qué le dije, pero lo estuve pensando toda esa noche hasta convencerme de que a partir de ahí sólo iba a poder caber menos dicha y más miedo
- Porque ya lo pensé demasiado; si no puedo vivir como quiero, prefiero no pensar que hay otra vida.
- Y entonces me besó distinto, un beso largo y triste que yo no entendí del todo pero que era como definitivo. Fue esa madrugada cuando más pasión sentí, y desde esa vez mi vida va así medio limosneando cachitos de ese sentimiento. No me acuerdo si le dije te quiero o qué le dije, pero lo estuve pensando toda esa noche hasta convencerme de que a partir de ahí sólo iba a poder caber menos dicha y más miedo
- Porque ya lo pensé demasiado; si no puedo vivir como quiero, prefiero no pensar que hay otra vida.
Veinticuatro horas en la vida de una mujer - Stefan Zweig
- Tanta resistencia a reconocer el hecho evidente de que una mujer, en ciertas horas de su vida, pese a su voluntad y a la conciencia de su deber, se encuentra indefensa ante el poder de fuerzas misteriosas, revelaba miedo del propio instinto, miedo del fondo demoníaco de nuestra naturaleza. Y parece que muchas personas experimentan cierto goce en juzgarse más fuertes, más morales y más puras que aquellas que son "fáciles de seducir". Yo personalmente, encuentro más digno que una mujer ceda a su instinto, libre y apasionadamente, que no que, como ocurre por lo general, engañe al marido en sus propios brazos y a ojos cerrados.
- Yo sin embargo, en tanto que persona privada, no veo por qué he de adoptar el papel de juez; prefiero actuar de defensor. Personalmente, me causa mayor satisfacción comprender a los hombres que condenarlos.
- Cinco, diez veces había concentrado mis fuerzas, intentando acercarme a él; pero siempre me hizo retroceder una especie de vergüenza, quizá el instintivo presentimiento de que los desesperados arrastran consigo a quienes tratan de socorrerlos.
- Sólo las personas que han vivido completamente ajenas a la pasión experimentan, al verse presas de ella, esas explosiones repentinas, esas sacudidas huracanadas, como de avalancha; en esos instantes, años enteros de fuerzas no utilizadas se agolpan en el propio corazón.
- Yo sin embargo, en tanto que persona privada, no veo por qué he de adoptar el papel de juez; prefiero actuar de defensor. Personalmente, me causa mayor satisfacción comprender a los hombres que condenarlos.
- Cinco, diez veces había concentrado mis fuerzas, intentando acercarme a él; pero siempre me hizo retroceder una especie de vergüenza, quizá el instintivo presentimiento de que los desesperados arrastran consigo a quienes tratan de socorrerlos.
- Sólo las personas que han vivido completamente ajenas a la pasión experimentan, al verse presas de ella, esas explosiones repentinas, esas sacudidas huracanadas, como de avalancha; en esos instantes, años enteros de fuerzas no utilizadas se agolpan en el propio corazón.
Carta de una desconocida - Stefan Zweig
- Qué extraño, pensó, y cogió nuevamente la carta. "A ti, que nunca me has conocido", ponía como encabezamiento, como si fuera un título
- No hay nada en el mundo que sea equiparable al secreto amor de una niña que permanece en la penumbra y tiene pocas esperanzas. Es humilde y servil, tan receloso y apasionado como nunca puede serlo el amor inadvertidamente exigente y lleno de deseo de la mujer adulta
- No hay nada en el mundo que sea equiparable al secreto amor de una niña que permanece en la penumbra y tiene pocas esperanzas. Es humilde y servil, tan receloso y apasionado como nunca puede serlo el amor inadvertidamente exigente y lleno de deseo de la mujer adulta
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