sábado, 15 de mayo de 2010

La Habana para un infante difunto - Guillermo Cabrera Infante

Amor propio:
No voy a hablar del desmedido aprecio por uno mismo sino del amor bien entendido que, como la caridad, empieza por casa, por la casa del propio cuerpo: ese campo de batalla sexual en que tuve tempranos triunfos y en el que no sufrí una sola derrota. Hablo de la masturbación, esa que se llamó paja al principio (fue mucho después que vino a ser masturbación pero por mucho tiempo fue paja solamente y su ejercicio hacerse la paja), en ella, por ella, gracias a ella vencí mi soledad: nunca me sentí solo con mi mano y todavía recuerdo el momento de amor más imperecedero que sentí en mi vida el día, después de años de práctica pajera, en que en uno de los baños de Zulueta 408 yo solo con mi mano produje un instante que duró más de un instante, inmortalidad temporal, el lapso de tiempo que tomó la venida, demorada muchas veces, hecha interrupta como un coito, saliendo el pene de la mano, la mano soltando el pene en el último instante, hasta que la culminación se hizo avasallante y el hundirse del piso de cemento húmedo,logrando la desaparición del espacio (no más suelo, no más paredes, no más puerta, el techo elevándose miles de metros por encima de la ducha fundida y el cielo fue testigo), el momento hecho todo de tiempo, oyendo una canción en un radio lejano que sonó como debían sonar los sones celestiales, la música de las esferas, los acordes perfectos para un oído musical, hundiéndome, hundido, cayendo con las piernas aflojadas, cediendo bajo el torso (porque el
vientre y el bajo vientre se habían volatilizado) pero la mano derecha existía todavía soldada a mis partes sólidas en ese momento -catedral de mi religión- y por cuya causa, plexo universal, dejaba de existir ahora todo el cuerpo, latiendo como un enorme corazón solitario que diera sus últimos latidos, temblando como carne con temblor postrero, estertores del yo, desaparecido el ser en el semen que iba a pegar en chorros espasmódicos contra la materializada puerta ahora metro y medio más allá, no sabiendo entonces que nunca después iba a sentir tan intenso eso que todavía no se llamaba orgasmo, la que era venida de venidas.

La amazona.
- Nada me complace más que los sentimientos vulgares, que las expresiones vulgares, que lo vulgar. Nada vulgar puede ser divino, es cierto, pero todo lo vulgar es humano. Dijo Schopenhauer que no debe escoger entre la soledad y la vulgaridad. Schopenhauer odiaba a las mujeres, yo odio la soledad. En cuanto a la expresión de la vulgaridad en la literatura y en el arte, creo que si soy un adicto al cine es por su vulgaridad viva y cada día encuentro más insoportables las películas que quieren ser elevadas, significativas, escogidas en su expresión o, lo que es peor aun, en sus intenciones... En la segunda mitad del siglo XX la elevación de la producción pop a la categoría de arte (y lo que es más, de cultura) es no sólo una reivindicación de la vulgaridad sino un acuerdo con mis gustos. Después de todo no estoy escribiendo historia de la cultura sino poniendo la vulgaridad en su sitio —que está muy cerca de mi corazón
- Fue Maupassant, al hablar de la caza quien dijo: "la mujer es la única presa que vale la pena. Encontrarla es lo que da sentido a la vida". Estoy de acuerdo
- Eso es todo. Adiós y que te vaya bien.
Nada separa tanto como un pasado común. Dio media vuelta y caminó rumbo a su casa, mientras yo me quedaba parado en la esquina, viéndola irse.

El anticristo - Nietzsche

- Este libro está dedicado a una minoría; quizá no hayan nacido aún aquellos a quienes va dirigido. (...) Sólo un futuro remoto me pertenece. Hay quien nace póstumo.
- ¿Qué es la felicidad? Sentir que aumenta nuestro poder, que superamos algo que nos ofrece resistencia.
- Si consideramos la compasión desde la perspectiva del valor de las reacciones que suele provocar, veremos más claramente aún su carácter nocivo respecto a la vida. La compasión pone trabas a esa ley de la evolución que es la selección. Conserva lo que está ya maduro para perecer; constituye una resistencia que milita a favor de los desheredados y de los sentenciados de la vida
- Quiero decir algo más contra el Kant moralista. Una virtud ha de ser invención nuestra, una defensa y una necesidad muy personal nuestra. Si se la considerase de otro modo, no sería más que un peligro. Todo lo que no sea condición de nuestra vida la perjudica; una virtud que se practica exclusivamente por respeto al concepto de "virtud", como pretendía Kant, es nociva. La "virtud", el "deber", el "bien en sí", el bien interpretado en términos de impersonalidad y de validez universal son engaños del cerebro en los que se manifiestan la decadencia, la debilitación última de las fuerzas de la vida, las sombras chinescas del filósofo de Könisberg.
- ¿Hay algo que destruya más rápidamente que trabajar, pensar y sentir, sin una necesidad interior, sin una elección íntima y personal, sin experimentar ningún placer, como un autómata del "deber"? Ésta es precisamente la receta para provocar la decadencia e incluso la idiotez. Kant se volvió idiota.
- El amor es el estado en el que el hombre se encuentra más propenso a ver las cosas como no son. (...) El amor hace que se soporten más cosas que en cualquier otra situación: permite que se tolere todo
- Este mensajero de la "buena nueva" murió del mismo modo que vivió, como lo había enseñado; no para "redimir a la humanidad", sino para mostrar cómo hay que vivir. Lo que legó a la humanidad fue la práctica: la forma como se comportó ante sus jueces, sus verdugos y sus acusadores, frente a todas las calumnias y burlas que hubo de sufrir; su actitud cuando estaba clavado en la cruz. No ofreció resistencia, ni defendió sus derechos; no hizo lo más mínimo para alejar de sí la situación extrema a la que se vio abocado: más aún la provocó. (...) Quien busque pruebas para demostrar la existencia de un dios irónico que mueve los hilos del gran teatro del gran teatro del mundo, hallará un argumento más que suficiente en ese gigantesco signo de interrogación que se llama cristianismo. ¿Hay alguna forma mayor de ironía a escala de historia universal que el hecho de que la humanidad se encuentre de rodillas ante la antítesis de lo que fue el origen, el sentido y el derecho del evangelio; que haya santificado con la idea de "Iglesia" aquello precisamente que el mensajero de la "buena nueva" consideró por debajo de él y superado?
- Ahora ya podemos ver claramente a qué puso punto final la muerte de Cristo en la cruz: a un nuevo movimiento totalmente originario, similar al budista en cuanto su carácter pacífico, encaminado a conseguir la felicidad en la tierra, no como algo meramente prometido, sino como una realidad efectiva. Pues como ya he dicho, la diferencia existente entre estas dos religiones de la decadencia, es que el budismo no promete pero cumple, mientras que el cristianismo lo promete todo pero no cumple nada
- Los fanáticos resultan pintorescos, y la gente prefiere contemplar gestos a escuchar razones
- Lo bello es cosa de pocos, el bien es un privilegio. Por el contrario, nada se les puede consentir menos a estos hombres superiores que unos modales feos, que una forma pesimista de verlo todo -un ojo que afee lo que mire- y sobre todo, que se indignen por el aspecto general de las cosas. La indignación, al igual que el pesimismo, constituye una prerrogativa de los parias (chandalas)
- La injusticia no radica nunca en la desigualdad de derechos, sino en exigir la igualdad de derechos. ¿Qué es lo malo? Ya lo dije antes: todo lo que hunde sus raíces en la debilidad, en la envidia y en la venganza. El anarquista y el cristiano son de la misma casta

El gaucho insufrible - Roberto Bolaño

El policía de las ratas:
- ¿Crees que deteniéndome a mí se acabarán los crímenes? ¿Crees que tus jefes harán justicia conmigo? Probablemente me despedazarán en secreto y arrojarán mis restos allí donde pasen los depredadores. Tú eres un maldito depredador, dije. Yo soy una rata libre, me contestó con insolencia. Puedo habitar el miedo y sé perfectamente hacia dónde se encamina nuestro pueblo. Tanta presunción había en sus palabras que preferí no contestarle. Eres joven, le dije. Tal vez haya una forma de curarte. Nosotros no matamos a nuestros congéneres. ¿Y quién te curará a ti, Pepe?, me preguntó. ¿Qué médicos curarán a tus jefes? Ponte boca abajo, dije. Héctor me miró y yo solté el cordel. Nos trenzamos en una lucha a muerte.
- Aquella noche soñé que un virus desconocido había infectado a nuestro pueblo. Las ratas somos capaces de matar a las ratas. Esa frase resonó en mi bóveda craneal hasta que desperté. Sabía que nada volvería a ser como antes. Sabía que sólo era cuestión de tiempo. Nuestra capacidad de adaptación al medio, nuestra naturaleza laboriosa, nuestra larga marcha colectiva en pos de una felicidad que en el fondo sabíamos inexistente, pero que nos servía de pretexto, de escenografía y telón para nuestras heroicidades cotidianas, estaban condenadas a desaparecer, lo que equivalía a que nosotros, como pueblo, también estábamos condenados a desaparecer.

El viaje de Álvaro Rousselot
- Con el tiempo, ese personaje más que siniestro, eminentemente burlón...
- En realidad, esto es común en quienes aman cualquier cosa. Todos terminamos convirtiéndonos en víctimas del objetivo de nuestra adoración, tal vez porque toda pasión tiende, con mayor velocidad que el resto de emociones humanas, a su propio fin, tal vez por la frecuentación excesiva del objeto de deseo.

Literatura + Enfermedad = Enfermedad
- No bien descubrí esto, me pregunté qué ocurriría si le proponía hacer el amor en el ascensor, cama no nos iba a faltar. Recordé en el acto, como no podía ser menos, a Susan Sarandon disfrazada de monja preguntándole a Sean Penn cómo podía pensar en follar si le quedaban pocos días de vida. El tono de Susan Sarandon, por descontado, es de reproche. No recuerdo, para variar, el título de la película, pero era una buena película, dirigida, creo, por Tim Robbins, que es un buen actor y tal vez un buen director pero que no ha estado jamás en el corredor de la muerte. Follar es lo único que desean los que van a morir. Follar es lo único que desean los que están en las cárceles y en los hospitales. Los impotentes lo único que desean es follar. Los castrados lo único que desean es follar. Los heridos graves, los suicidas, los seguidores irredentos de Heidegger. Incluso Wittgenstein, que es el más grande filósofo del siglo XX, lo único que deseaba era follar. Hasta los muertos, leí en alguna parte, lo único que desean es follar. Es triste tener que admitirlo, pero es así.
- Mallarmé escribió que un golpe de dados jamás abolirá el azar

Los mitos de Cthulhu
Estoy en contra de la censura y de la autocensura. Con una sola condición, como dijo Alceo de Mitilene: que se vas a decir lo que quieres, también vas a oír lo que no quieres

Diez (posibles) razones para la tristeza de pensamiento - George Steiner

- "Esta es la tristeza que se adhiere a toda vida mortal, -afirma Schelling- una tristeza que, sin embargo, nunca llega a la realidad, sino que sólo sirve a la perdurable alegría de la superación. De ahí el velo de la pesadumbre, el cual se extiende sobre la naturaleza entera, de ahí la profunda e indestructible melancolía de toda vida. Sólo en la personalidad está la vida; y toda personalidad se apoya en un fundamento oscuro, que, no obstante, debe ser también el fundamento del conocimiento"
- Shelling, entre otros, atribuye a la existencia humana una tristeza fundamental, ineludible. Más concretamente, esta tristeza proporciona el oscuro fundamento en el que se apoyan la conciencia y el conocimiento.
- La existencia humana, la vida del intelecto, significa una experiencia de esta melancolía y la capacidad vital de sobreponerse a ella. Hemos sido creados, por así decirlo "entristecidos"
- Nada, ni las más profundas exploraciones de la epistemología o de la neurofisiología, nos han llevado más allá de la identificación del pensamiento con el ser, identificación que debemos a Parménides. Este axioma sigue siendo a la vez la fuente y el límite de la filosofía occidental
- En frentes absolutamente decisivos no llegamos a ninguna respuesta satisfactoria, mucho menos concluyente, por inspirado y coherente que sea el proceso de pensamiento, ya sea individual o colectivo, ya sea filosófico o científico. Esta contradicción interna, esta destinada ambigüedad, es inherente a todos los actos de pensamiento, a todas las conceptualizaciones e intuiciones. Escuchad atentamente el tumulto del pensamiento y oiréis en su centro inviolado, duda y frustración. Éste es un primer motivo para el Schwermut, para la pesadumbre
- Los arrebatos de concentración en el pensamiento no desviado, la obligatoriedad de centrarse de manera absoluta, pueden conllevar un riesgo de posterior agotamiento o daño mental. Hay monomanía en ciertas intensidades del pensamiento. Es no obstante, una monomanía sin la cual muchas cimas y logros del entendimiento humano no serían viables. Arquímedes no desistió de su análisis de las secciones cónicas, aunque semejante concentración fue la causa de su muerte. La gran mayoría de las veces, sin embargo el pensamiento ordinario es una empresa chapucera y de aficionados. Una segunda causa de melancolía indestructible
- El pensar nos hace presentes a nosotros mismos. Los pensamientos son nuestra única posesión segura
- Como en la astuta alegoría de Jonathan Swift, la completa veracidad, la completa transparencia del pensamiento pertenecen al reino animal. Hombres y mujeres persisten en virtud de un disfraz recurrente. Pero la máscara se lleva debajo de la piel. Sin embargo, fijaos en esta paradoja. Este núcleo inaccesible de nuestra singularidad, las posesiones más íntimas, privadas e impenetrables, es también un lugar común mil millones de veces. Aunque expresados, manifiesta o tácitamente, en diferentes formas léxicas, gramaticales y semánticas, nuestros pensamientos son, en una medida abrumadora, un universal humano, una propiedad común. Han sido pensados, están siendo pensados, serán pensados millones y millones de veces por otros. Son interminablemente banales y trillados.
- En consecuencia, la verdadera originalidad de pensamiento, el hecho de tener un pensamiento por primera vez (¿y cómo vamos a saberlo?) es extremadamente infrecuente. Como dijo Alexander Pope en su célebre observación, es la forma verbal y no el contenido la que produce impresión de novedad. (...) La originalidad es casi siempre una variante o innovación en la forma, en los medios de ejecución, en los medios disponibles...
- Puede que nos deje atónitos la aposición contenida en le sale espoir, sucia esperanza, de Sartre y que no encontremos niguna expresión pública anterior de esta ironía
- Pensar es algo supremamente nuestro, se halla oculto en la más íntima privacidad de nuestro ser. Es también el más común, manido y repetitivo de los actos. La contradicción no puede resolverse. Una tercera razón para una tristeza que se adhiere a nosotros.
- Cuando se ocupa de la "verdad", cuando la invoca, el pensamiento relativiza este criterio en el momento en el que hace referencia a él. No hay escapatoria de esta circularidad dialéctica. Como consecuencia, la historia de la verdad, un concepto que por definición niega todo estatus absoluto -lo absoluto no tiene historia-, abarca desde las fábulas más dogmáticas, "reveladas" hasta el más extremo escepticismo y el recurso moderno, ya implícito en el esceptiscismo clásico. Todo vale. Por consecuente, por escrupuloso que sea en su autoexamen, un acto de pensamiento postula su conquista de la verdad únicamente allí donde el proceso es tautológico, donde el resultado es una equivalencia formal, como sucede en las matemáticas o en la lógica simbólica.
- Esta fundamental antinomia entre las pretensiones que tiene el lenguaje de ser autónomo, de estar liberado del despotismo de la referencia y la razón - pretensiones que son fundamentales para la modernidad y la deconstrucción)- por una parte, y la desinteresada búsqueda de la verdad, por otra, es un cuarto motivo para la tristeza
- Pero con mucho, la masa del iceberg del pensamiento humano se desvanece, sin ser percibida ni registrada, en el cubo de la basura del olvido. (...) Frustración y desconcierto, los cuales no prueban que el pensamiento o lo imaginado borrado y perdido no fuera de insigne mérito o importancia. Lo que pasa es que está fuera de nuestro alcance, desvanecido, como lo están millones y millones de pensamientos que fluyen a traves de nuestro ser en un despilfarro insondable. (...) es precisamente esta generación infinitamente derrochadora y ruinosa, lo que no podemos, hasta ahora, justificar. Pero el déficit está más allá de todo cálculo. Una quinta razón para ese fundamento oscuro.
- Podemos tenerlo todo abrumadoramente a nuestro favor, la inducción puede parecer casi contractual e infalible, pero esperar, tener expectativas o esperanza es un azar. Y su única certidumbre es la muerte. Las consecuencias de nuestras expectativas, de esta impaciencia que llamamos "esperanza", se quedan cortas. Muchas veces fracasan totalmente. Habitualmente la previsión, la proyección, la fantasía y la imagen están por encima de la realización. (...) Un revelador vacío, una tristeza de la saciedad sigue a todos los deseos satisfechos. (...) Esperar contra toda esperanza, es una expresión vigorosa pero en última instancia condenatoria de la sobra que arroja el pensamiento sobre la consecuencia. Una sexta fuente para la tristitia.
- Inciertas relaciones entre el pensamiento y el amor. De aquí la posibilidad de que el amor entre seres pensantes sea una gracia en cierto modo milagrosa. (...) Los seres humanos más cercanos y sinceros siguen siendo unos extraños, más o menos parciales, más o menos desconocidos los unos para los otros. El acto del amor es también el de un actor. La ambigüedad es inherente a la palabra. Ninguna luz final, ninguna empatía en el amor desvela el laberinto que es la interioridad de otro ser humano (...) al final el pensamiento puede hacer que seamos unos extraños los unos para los otros. El amor más intenso, quizá más débil que el odio, es una negociación, nunca concluyente entre soledades. Octava razón para la tristeza
- Todos vivimos dentro de una incesante corriente y magma de actos de pensamiento, pero sólo una parte muy limitada de la especie da prueba de saber pensar. Heidegger confesó lúgubremente que la humanidad en su conjunto aún no había salido de la prehistoria del pensamiento. (...) La capacidad de tener pensamientos que merezcan la pena de ser pensados, y más aún, de ser expresados y conservados es relativamente rara.
- Somos -el famoso ergo sum- en la medida en la que nos esforzamos en "pensar el ser", el "no ser" (la muerte) y la relación de estos polos con la presencia o ausencia, con la vida y la muerte de Dios antropomórficamente expresadas. El parcial retroceso de este interés en los asuntos públicos o privados de las tecnocracias occidentales desarrolladas, un retroceso antagonista a las airadas oleadas del fundamentalismo invade nuestra situación política e ideológica actual.
- No estamos una pulgada más cerca que Parménides o Plantón de cualquier solución verificable del enigma de la naturaleza y de la finalidad de nuestra existencia, si es que la tiene, en este universo probablememnte múltiple; no estamos más cerca de determinar si la muerte es o no el final o si Dios está presente o ausente. A lo mejor incluso estamos más lejos.