sábado, 15 de mayo de 2010

El gaucho insufrible - Roberto Bolaño

El policía de las ratas:
- ¿Crees que deteniéndome a mí se acabarán los crímenes? ¿Crees que tus jefes harán justicia conmigo? Probablemente me despedazarán en secreto y arrojarán mis restos allí donde pasen los depredadores. Tú eres un maldito depredador, dije. Yo soy una rata libre, me contestó con insolencia. Puedo habitar el miedo y sé perfectamente hacia dónde se encamina nuestro pueblo. Tanta presunción había en sus palabras que preferí no contestarle. Eres joven, le dije. Tal vez haya una forma de curarte. Nosotros no matamos a nuestros congéneres. ¿Y quién te curará a ti, Pepe?, me preguntó. ¿Qué médicos curarán a tus jefes? Ponte boca abajo, dije. Héctor me miró y yo solté el cordel. Nos trenzamos en una lucha a muerte.
- Aquella noche soñé que un virus desconocido había infectado a nuestro pueblo. Las ratas somos capaces de matar a las ratas. Esa frase resonó en mi bóveda craneal hasta que desperté. Sabía que nada volvería a ser como antes. Sabía que sólo era cuestión de tiempo. Nuestra capacidad de adaptación al medio, nuestra naturaleza laboriosa, nuestra larga marcha colectiva en pos de una felicidad que en el fondo sabíamos inexistente, pero que nos servía de pretexto, de escenografía y telón para nuestras heroicidades cotidianas, estaban condenadas a desaparecer, lo que equivalía a que nosotros, como pueblo, también estábamos condenados a desaparecer.

El viaje de Álvaro Rousselot
- Con el tiempo, ese personaje más que siniestro, eminentemente burlón...
- En realidad, esto es común en quienes aman cualquier cosa. Todos terminamos convirtiéndonos en víctimas del objetivo de nuestra adoración, tal vez porque toda pasión tiende, con mayor velocidad que el resto de emociones humanas, a su propio fin, tal vez por la frecuentación excesiva del objeto de deseo.

Literatura + Enfermedad = Enfermedad
- No bien descubrí esto, me pregunté qué ocurriría si le proponía hacer el amor en el ascensor, cama no nos iba a faltar. Recordé en el acto, como no podía ser menos, a Susan Sarandon disfrazada de monja preguntándole a Sean Penn cómo podía pensar en follar si le quedaban pocos días de vida. El tono de Susan Sarandon, por descontado, es de reproche. No recuerdo, para variar, el título de la película, pero era una buena película, dirigida, creo, por Tim Robbins, que es un buen actor y tal vez un buen director pero que no ha estado jamás en el corredor de la muerte. Follar es lo único que desean los que van a morir. Follar es lo único que desean los que están en las cárceles y en los hospitales. Los impotentes lo único que desean es follar. Los castrados lo único que desean es follar. Los heridos graves, los suicidas, los seguidores irredentos de Heidegger. Incluso Wittgenstein, que es el más grande filósofo del siglo XX, lo único que deseaba era follar. Hasta los muertos, leí en alguna parte, lo único que desean es follar. Es triste tener que admitirlo, pero es así.
- Mallarmé escribió que un golpe de dados jamás abolirá el azar

Los mitos de Cthulhu
Estoy en contra de la censura y de la autocensura. Con una sola condición, como dijo Alceo de Mitilene: que se vas a decir lo que quieres, también vas a oír lo que no quieres

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