viernes, 20 de agosto de 2010

Diarios - Fernando Pessoa

  • “Y entonces, ¿qué es el hombre, por sí mismo, sino un insecto fútil que zumba mientras se estrella contra el cristal de una ventana? Es que está ciego, no puede ver, ni puede darse cuenta de que hay algo entre él y la luz. Por eso se esfuerza, trabajosamente, en acercarse. Puede apartarse de la luz, pero no es capaz de llegar a estar más cerca. ¿Cómo le ayudará la ciencia? Puede llegar a conocer la consistencia y las irregularidades propias del cristal, comprobar que en una parte es más grueso, y en otras más fino, en una más basto, y en otra más delicado: con todo esto, amable filósofo, ¿cuánto se ha acercado a la luz? ¿Cuánto han aumentado sus posibilidades de ver? Puedo llegar a creer que el hombre de genio, el poeta, llega a romper, de algún modo, el cristal, hacia la luz, y siente la alegría y la tibieza que produce estar más allá de los demás hombres, pero, ¿no está, también él ciego? ¿Acaso se ha acercado algo más al conocimiento de la verdad eterna? “Déjenme llevar más allá mi metáfora. Algunos se alejan de la cristalera en el sentido opuesto, hacia atrás, y gritan, al darse cuenta de que no chocan con el cristal, que no está tras ellos, “Hemos pasado”
  • Nunca olvidarás, cuando ataques la religión en nombre de la verdad, que la religión difícilmente puede ser sustituida, y que los desgraciados hombres sollozan en la oscuridad
  • No me fascinaba lo probable, sino lo imposible, y no lo imposible por grado, sino por naturaleza
  • A menudo, cuando me siento tan débil de voluntad, tan indeciso en mis propósitos, me digo: voy a abandonar todas estas ideas de altruismo; tal vez así no disfrute la vida, pero al menos no me preocuparé por nada, lo abandonaré todo
  • Yo, el hombre que afirma que hoy es un sueño, soy menos que una cosa de hoy
  • He descubierto que la lectura es una forma de soñar esclavizada. Si he de soñar, ¿por qué no soñar mis propios sueños?
  • La metafísica - caja para contener el infinito- siempre me hace pensar en aquella definición de caja que un día oí en la boca de un niño (....) sí lo sé señor, me respondió, es una cosa para guardar cosas
  • Mi peor dolor es que no consigo olvidar nunca mi presencia metafísica en la vida. De ahí la timidez trascendental que atemoriza todos mis gestos, que quita a todas mis frases el espíritu de la sencillez, de la emoción directa
  • En cuanto a la sensibilidad, si digo que siempre me ha gustado ser amado, y nunca amar, lo digo todo. Me dolía siempre la obligación, por un vulgar deber de reciprocidad -una lealtad de espíritu- de corresponder. Me agradaba la pasividad. De la actividad sólo me atraía el mínimo necesario para estimular, para no dejar que se olvide la actividad amorosa de quien amaba
  • Las sociedades están dirigidas por agitadores de sentimientos, no por agitadores de ideas
  • El ridículo es el golpe que nos devuelve la inteligencia; hay una buena parte de la inteligencia de la que no conozco sino el golpe
  • Los principios esenciales del liberalismo, que son el respeto a la liberta del Hombre y la libertad de Espíritu, o, en otras palabras, el individualismo y la tolerancia, o incluso en una única frase, el individualismo fraternal
  • Guardar siempre la memoria del mártir Jacques de Molay, maestro de los templarios, y combatir siempre y en todo lugar, a sus tres asesinos: la ignorancia, el fanatismo y la tiranía

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