lunes, 9 de abril de 2012

Estupor y temblores - Amélie Nothomb

- Es usted mi superiora, sí. No tengo ningún derecho, lo sé. Pero quería que supiera hasta qué punto me siento decepcionada. La tenía a usted en muy alta estima.
Soltó una carcajada elegante: - Yo no me siento decepcionada. No sentía ninguna estima por usted.

Si por algo merece ser admirada la japonesa -y merece serlo- es porque no se suicida. Conspiran contra su ideal desde su más tierna infancia. Moldean su cerebro: «Si a los veinticinco años todavía no te has casado, tendrás una buena razón para sentirte avergonzada», «si sonríes perderás tu distinción», «si tu rostro expresa algún sentimiento, te convertirás en una persona vulgar», «si mencionas la existencia de un solo pelo sobre tu cuerpo, te convertirás en un ser inmundo», «si, en público, un muchacho te da un beso en la mejilla, eres una puta », «si disfrutas comiendo, eres una cerda», «si dormir te produce placer, eres una vaca», etc. Estos preceptos resultarían anecdóticos si no la emprendieran también con la mente.
Porque, en resumidas cuentas, la estocada que, a través de todos estos dogmas incongruentes, se ha asestado a la nipona es que nada bueno debe esperar de la vida. No aspires a disfrutar porque tu placer te destruirá. No aspires a enamorarte porque no mereces que nadie se enamore de ti: los que te amarían te amarían por tu apariencia, nunca por lo que eres. No esperes que la vida te dé algo, porque cada año que pase te quitará algo. Ni siquiera aspires a una cosa tan sencilla como alcanzar la tranquilidad, porque no tienes ningún motivo para estar tranquila. Aspira a trabajar. Teniendo en cuenta tu sexo, existen pocas posibilidades de que puedas labrarte una buena educación, pero aspira a servir a tu empresa. Trabajar te hará ganar dinero, el cual no te proporcionará ninguna alegría pero al que eventualmente podrás recurrir, en caso de matrimonio, por ejemplo -porque no serás tan estúpida como para creer que alguien pueda interesarte por ti únicamente por tu valor intrínseco…Aparte de esto, puedes aspirar a llegar a vieja, lo que, no obstante, carece de interés, y a no conocer el deshonor, lo que constituye un fin en sí mismo. Aquí termina la lista de tus lícitas esperanzas.


Tiene dos años menos que usted. Según la tradición nipona, es la diferencia de edad perfecta para que sean anesan niobo, una esposa hermana mayor. Los japoneses piensan que éste es el mejor matrimonio: la mujer tiene justo un poco más de experiencia que el hombre. Así le hace sentirse cómodo.


Uno puede extasiarse sobre este recorrido inexorable de la divinidad hasta los retretes. Suele decirse de una cantante capaz de pasar de soprano a contralto que posee una amplia tesitura: me permito subrayar la extraordinaria tesitura de mis talentos, capaces de cantar en todos los registros, tanto en el de Dios como en el de Madame Pipí.


El antiguo protocolo imperial nipón establece que uno deberá dirigirse al Emperador con "estupor y temblores".


Aquella constatación me recordó la frase de André Maurois: "No hables demasiado mal de ti mismo: podrían creerte"

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