domingo, 4 de agosto de 2013

Una historia del mundo en diez capítulos y medio - Julian Barnes

Su publico llegaría a la conclusión contraria: que Franklin actuaba por egoísmo, para salvar la piel gracias un acto de asquerosa sumisión. Pero eso era lo que pasaba con el altruismo, siempre podía ser malinterpretado.

La ironía puede definirse como aquello que a la gente se le escapa

No hay ninguna respuesta formal a laprincipal oleada del cuadro, como no hay respuesta a la mayoría de los sentimientos humanos. Noúnicamente a la esperanza, sino a cualquier pesado anhelo: la ambición, el odio, el amor (en especial elamor). Cuán raramente encuentran nuestras emociones el objeto que parecen merecer. Qué inútilmentehacemos señales; qué oscuro el cielo; qué grandes las olas. Todos estamos perdidos en el mar, zarandeadosentre la esperanza y la desesperación, llamando a algo que tal vez nunca venga a rescatarnos. Lacatástrofe se ha transformado en arte; pero éste no es un proceso reductor. Es liberador, engrandecedor,explicativo. La catástrofe se ha transformado en arte: eso es, después de todo, para lo que sirve.

Su edad y su categoría me producían la mezcla normal de deferencia, temor y descaro. Su decrepitud -la ropa con manchas históricas, las babas como clara de huevo que le colgaban de la barbilla- despertaba en mí una rabia adolescente general contra la vida y su inevitable estado final; sentimiento que fácilmente se traducía en odio hacia la persona que padecía ese estado. Su hija le alimentaba con latas de alimentos infantiles, lo cual me confirmaba la amarga broma de la existencia y que aquel viejo era particularmente despreciable.

Los teóricos mantenían que la vida se resumía en la supervivencia de los más aptos. ¿no demostraba la hipótesis de Beesley que los "más aptos" eran simplemente los más astutos? Los héroes, los pequeños terratenientes de sólida virtud, los hombres de buen linaje, incluso el capitán, todos se habían hundido noblemente con el barco, mientras que los cobardes, los histéricos los impostores encontraban razones para largarse en un bote salvavidas. ¿No era esto una prueba convincente de que la dotación genética humana se estaba deteriorando constantemente, de que la sangre mala eliminaba la buena?

Yo conocía bien la interpretación de Marx sobre la teoría de Hegel: la historia se repite, la primera vez como tragedia, la segunda como farsa.

Ella está tumbada de lado, de espaldas a mí. No puedo verla en la oscuridad, pero por el suave oleaje de su respiración podría dibujar el mapa de su cuerpo. (...) Nuestras nochas son diferentes. Ella se duerme coo quien se entrega al suave tirón de una manera cálida, y flota confiada hasta la mañana. Yo me duermo más de mala gana, luchando contra las olas, resistiéndome a dejar partir un buen día o quejándome aún de un mal día. (...)
El caso es que ella está dormida, dándome la espalda, de costado. Las habituales estratagemas y cambios de postura no han logrado inducir la narcosis en mí, así que decido instalarme contra el suave zigzag de su cuerpo. Cuando me muevo y empiezo a acomodar mi espinilla contra una pantorrilla cuyos músculos están aflojados por el sueño, ella intuye lo que estoy haciendo y, sin despertarse, levanta la mano izquierda y se aparta el pelo de los hombros y lo amontona sobre su cabeza, dejándome su nuca desnuda para que me acurruque en ella. Cada vez que hace eso siento un estremecimiento de amor por la precisión de esta cortesía durmiente. Me escuecen los ojos a causa de las lágrimas y tengo que contenerme para no despertarla y recordarle mi amor.
En ese momento, inconscientemente, ha tocado un fulcro secreto de mis sentimientos hacia ella. No lo sabe, naturalmente, nunca le he contado este mínimo y preciso placer de la noche. Aunque se lo estoy contando ahora, supongo...

Soñé que me despertaba. Es el sueño más antiguo de todos y acabo de tenerlo

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