- El argumento de la causa primera. La autobiografía de John Stuart Mill: Mi padre me enseño que la pregunta ¿quién me hizo? No puede responderse ya que inmediatamente sugiera la pregunta ¿Quién hizo a Dios?. Esa sencilla frase me demostró, y así lo sigo creyendo, la falacia del argumento de la causa primera. Si todo tiene que tener alguna causa, entonces Dios debe tener una causa. No hay razón para suponer que el mundo haya tenido un comienzo. (La idea de que las cosas tienen que tener un principio se debe realmente a la pobreza de nuestra imaginación).
- El argumento de la ley natural. Ahora sabemos que muchas cosas que considerábamos como leyes naturales son realmente convencionalismos humanos. Los argumentos usados a favor de la existencia de Dios cambian de carácter con el tiempo. Al principio, eran duros argumentos intelectuales que incorporaban ciertas falacias bien definidas. Al llegar a la época moderna, se hicieron menos respetables intelectualmente y estuvieron cada vez más influidos por una especie de vaguedad moralizadora.
- El argumento del plan. Todo el mundo está hecho para que podamos vivir en él, y si el mundo variase un poco, no podríamos vivir. Desde Darwin entendemos mucho mejor por qué las criterios vivas se adaptan al medio. No es que el medio fuera adecuado a ellas, sino que ellas se hicieron adecuadas al medio y esa es la base de la adaptación. No hay en ello ningún indicio de plan.
- Los argumentos morales de la deidad. Antiguamente solía haber tres argumentos intelectuales de la existencia de Dios, que fueron suprimidos por Kant en la Crítica de la razón pura, pero encontró otro nuevo, un argumento moral. Era como mucha gente: en materia intelectual era escéptico pero en materia moral creía implícitamente en las máximas que su madre la había enseñado. La fuerza inmensamente mayor que tienen en nosotros las asociaciones primitivas sobre las posteriores. Este argumento moral, no habría bien ni mal si Dios no existiera. En realidad el mundo que conocemos fue hecho por el demonio en un momento en que Dios no estaba mirando
- El argumento del remedio de la injusticia. Lo que realmente hace que la gente crea en Dios no son los argumentos intelectuales, sino porque le han enseñado a creer desde su infancia, y la razón más poderosa después de esta es el deseo de seguridad, la sensación de que hay un hermano mayor que cuidará de uno.
- El carácter de Cristo. No hagáis resistencia al agravio, si alguno te hiriese la mejilla derecha, vuelve también la otra. No es un precepto nuevo, Lao Tse y Buda lo usaron antes.
- Defectos de las enseñanzas de Cristo. El creía que su segundo advenimiento ocurriría durante la vida de muchos que vivían entonces
- El problema moral. A mi modo de pensar hay un muy grave defecto en el carácter moral de Cristo, y es que creía en el infierno. Yo no siento que ninguna persona que realmente sea profundamente humana pueda creer en un castigo eterno. Ciertamente Cristo, tal como lo retratan los Evangelios, creía en el castigo eterno, y uno encuentra repetidamente una furia vengativa hacia aquellos que no escuchaban sus prédicas: una actitud que no es rara en los predicadores, pero que desdice algo de la excelencia superlativa.
- Afirmo que la religión cristiana, tal como está organizada en iglesias, ha sido y es aún, la principal enemiga del progreso moral del mundo.
- La religión se basa, pienso, principal y primariamente en el miedo. El miedo es el padre de la crueldad, y por tanto no es sorprendente que crueldad y religión han ido tomadas de la mano. La ciencia puede ayudarnos a superar este cobarde temor en que ha vivido la humanidad por tantas generaciones. La ciencia puede enseñarnos, y yo pienso que nuestros propios corazones pueden enseñarnos, a dejar de buscar apoyos imaginarios, a dejar de inventarnos aliados en el cielo, sino mejor a mirar a nuestros propios esfuerzos aquí en la tierra para hacer de este mundo un lugar más adecuado para vivir, en vez de la clase de lugar que las Iglesias han hecho de él durante todos estos siglos.
- La vida buena está inspirada por el amor y guiada por el conocimiento. … El amor como emoción se mueve entre dos polos, de un lado, el puro gozo de la contemplación; del otro, la benevolencia pura.
- La persona que desea ser amada desea ser objeto de un amor que contenga ambos elementos, excepto en los casos de extrema debilidad, como en la infancia y en la enfermedad grave. … Deseamos afecto con el fin de escapar a la sensación de soledad, con el fin de ser, como se dice “comprendidos”. Es un asunto de simpatía, no meramente de benevolencia; la persona cuyo afecto nos es satisfactorio no sólo debe desearnos el bien, sino que debe saber en qué consiste nuestra felicidad. Pero esto pertenece al otro elemento de la vida buena, a saber, el conocimiento. En un mundo perfecto, todo ser consciente sería para los demás objeto del amor pleno, compuesto de gozo, benevolencia y comprensión íntimamente ligados.
- Así lo que distingue a la ética de la ciencia no es una clase especial de conocimientos, sino sencillamente el deseo. El saber que requiere la ética es exactamente igual que el saber requerido en general.
- Sé que la filosofía puede consolar, podría decir McTaggart, porque a mí me consuela
- La metafísica, cuando pretende ocupar el lugar de la religión, equivoca de verdad su función. Admito que pueda ocupar ese lugar; pero lo hace a mi entender, a expensas de ser mala metafísica. ¿Por qué no admitir que la metafísica, como la ciencia, está justificada por la curiosidad intelectual y debe ser guiada solamente por ella? El deseo de hallar consuelo en la metafísica ha producido, tenemos que reconocerlo, una gran cantidad de razonamientos falsos y de deshonestidad intelectual.
- Antiguamente el hombre estaba sometido a la naturaleza: a la naturaleza inanimada, con respecto al clima y la abundancia de las cosechas; a la naturaleza humana, con respecto a los impulsos ciegos que lo impulsaban a procrear y a combatir. El sentimiento de impotencia resultante era utilizado por la religión para transformar le miedo en deber y la resignación en virtud.
- El pecado es lo que desagrada a los que dirigen la educación
- Un código es bueno o malo según fomente la felicidad humana
- Una mujer, como un hombre, debe trabajar para ganarse la vida, y una mujer ociosa no es intrínsecamente más digna de respeto que un gigoló
- Pienso que todas las grandes religiones del mundo (...) son tan falsas como dañinas. Es evidente, como cuestión lógica que, ya que discrepan entre sí, no más que una de ellas puede estar en lo cierto. Con muy pocas excepciones, la religión que acepta un hombre es la de la comunidad en que vive, lo que hace obvio que la influencia del ambiente es lo que lo ha llevado a esa religión.
- La mayoría de las personas cree en Dios porque se les ha enseñado desde la más temprana infancia a hacerlo, y ésta es la razón principal. Luego creo que la siguiente razón más poderosa es el deseo de seguridad, una especie de sentimiento de que hay un gran hermano que cuidará de uno. Esto juega un muy profundo papel en influir en los deseos de las personas de creer en Dios.
- COPLESTON: Bien, yo traje a colación la obligación moral porque pienso que uno puede acercarse por ese camino a la cuestión de la existencia de Dios. La gran mayoría de la raza humana hará, y siempre ha hecho, alguna distinción entre el bien y el mal. La gran mayoría, a mi entender, tiene alguna conciencia de una obligación en la esfera moral. Yo opino que la percepción de valores y la conciencia de una ley y una obligación morales tienen su mejor aplicación en la hipótesis de una razón trascendente del valor y de un autor de la ley moral. No entiendo por «autor de la ley moral» un autor arbitrario de la ley moral. Creo, en realidad, que esos ateos modernos que han sostenido, a la inversa, «no hay Dios; por lo tanto, no hay valores absolutos ni ley absoluta» son completamente lógicos.
- COPLESTON: La existencia de Dios puede ser probada filosóficamente, mediante un argumento metafísico; segundo, que sólo la existencia de Dios da sentido a la experiencia moral y a la experiencia religiosa del hombre. Además, su teoría da de lado a la obligación moral, y eso no es una explicación. Con respecto al argumento metafísico, aparentemente estamos de acuerdo en que lo que llamamos mundo consiste sencillamente en seres contingentes. Es decir, en seres carentes de razón para su propia existencia. Usted dice que la serie de acontecimientos no necesita explicación: yo digo que, si no hubiera un ser necesario, un ser que tuviera que existir y no pudiera dejar de existir, no existiría nada. El carácter infinito de la serie de seres contingentes, aun probado, no conduciría a nada. Hay algo que existe; por lo tanto tiene que haber algo que explique este hecho, un ser que esté al margen de la serie de seres contingentes. Usted sostiene, según creo, que los seres existentes existen sencillamente, y que no hay justificación para plantear la cuestión de la explicación de su existencia.
- RUSSELL: Mi posición es agnóstica. Con respecto al argumento moral advierto que cuando uno estudia antropología o historia se da cuenta de que hay personas que piensan que su deber consiste en realizar actos que yo considero abominables y, por lo tanto, no puedo atribuir origen divino a la materia de la obligación moral, cosa que el padre Copleston no me pide; pero creo que incluso la forma que toma la obligación moral, cuando se trata de ordenarle a uno que se coma a su padre, por ejemplo, no me parece una cosa muy noble y bella; y, por lo tanto, no puedo atribuir origen divino a la obligación moral en este sentido que creo que puede explicarse fácilmente de otras muchas maneras. Yo no creo que la moral dependa de la religión tanto como cree la gente religiosa. Incluso creo que algunas virtudes importantes suelen darse más entre los que rechazan los dogmas religiosos que entre los que los aceptan. Creo que esto puede aplicarse especialmente a la virtud de la sinceridad o integridad intelectual. Entiendo por integridad intelectual la costumbre de decidir las cuestiones problemáticas en base a una prueba, o de dejarlas
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1 comentario:
Todo lo que uno ha pensado de una manera clara y lógica, que bien que existieran pensadores tan reales como Russell... Me encantó...
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