sábado, 18 de diciembre de 2010
martes, 7 de diciembre de 2010
Correr tras el propio sombrero (y otros ensayos) - G.K. Chesterton
- El hombre es una criatura muy cómica, y la mayor parte de las cosas que hace son cómicas, como comer, por ejemplo. Y las cosas más cómicas son precisamente las que más vale la pena hacer, como hacer el amor. Un hombre que corre tras su sombrero no es ni la mitad de ridículo que uno que corre tras su mujer.
- Una aventura no es más que un inconveniente convenientemente considerado. Un inconveniente es sólo una aventura considerada equivocadamente.
- "Se sobrellevan mejor las grandes penas. Lo más agotador son las pequeñas preocupaciones." La frase, aunque tenga algo de verdad, contiene también muchas posibilidades de autoengaño y error.
- Si quiere usted percibir una felicidad ilimitada, póngase límites aunque sólo sea por un momento. Si quiere darse cuenta del modo temible y maravilloso en que está hecha la imagen de Dios, apóyese en una pierna. Si quiere reparar en la magnífica visión de todas las cosas visibles, guiñe un ojo.
- Si hay algo peor que el debilitamiento moderno de los grandes principios morales es el reforzamiento de los pequeños principios morales. Así se considera más irrespetuoso acusar a un hombre de tener mal gusto que acusarlo de tener malos principios éticos.
- Es un pecado imperdonable aburrirse. Es el pecado por el cual el universo entero tiende a ser infravalorado continuado y a desvanecerse de la imaginación.
- El plomo reúne dos elementos antagónicos e indispensables en una sustancia fascinante: es al mismo tiempo robusto y maleable, se dobla y resiste; ante una gruesa capa de plomo tenemos la misma sensación que ante el destino. Es rígido, pero cede lo suficiente para hacernos creer que acabará por ceder del todo.
- La poesía es cordura porque flota fácilmente en un mar infinito; la razón trata de cruzar el mar infinito y convertirlo así en finito. El resultado es el agotamiento mental. Aceptarlo todo es un ejercicio, comprenderlo todo es agotador. El poeta tan sólo aspira a la exaltación y la expansión, quiere un mundo en el que desperezarse. El poeta pide meter la cabeza en el cielo. Es el lógico quien trata de meterse el cielo en la cabeza. Y es su cabeza la que se parte en dos.
- En el Edén había un máximo de libertad y un mínimo de prohibiciones; pero alguna clase de prohibición resulta esencial incluso para el disfrute de la libertad. Lo mejor de un prado verde es el seto que lo rodea.
- Cada vez que alguien le dice al otro: "Dinos sencillamente lo que piensas", está dando por sentada la infalibilidad del lenguaje; es decir está dando por sentado que hay un esquema perfecto de expresión verbal para todos los estados de ánimo e intenciones de las personas.
- El hombre no puede dividirse en dos (mal y bien). El mal, al contrario del bien, tiene un poder de aislamiento, de endurecimiento frente al exterior, que hace que el hombre se vuelva ciego a las bellezas morales o sordo a los más patéticos llamamientos. Quien persigue alguna obsesión inmoral alcanza sin duda una abominable simplicidad del alma y actúa en función de un único motivo. Ese contraste entre la ciega ligereza del mal y la casi perpleja omnisciencia del bien es un problema permanente. Si me emborracho perderé la dignidad, pero si me mantengo sobre puede que siga deseando beber. La virtud tiene la pesada carga del conocimiento; el pecado a menudo tiene algo de la levedad de la inocencia.
- El libro de Job plantea verdaderamente la pregunta de si Dios castiga invariablemente el vicio con un castigo terrenal y recompensa la virtud con la prosperidad terrenal. En cuanto la gente comienza a creer que la prosperidad es una recompensa a la virtud, es evidente que la calamidad está próxima. Si la prosperidad se considera la recompensa de la virtud, se la considerará un síntoma de la virtud. Los hombres abandonarán la pesada tarea de hacer triunfar a los buenos y se dedicarán a la labor más sencilla de hacer buenos a los triunfadores.. Eso, que ha ocurrido a causa del comercio moderno y del periodismo, es la Némesis definitiva del perverso optimismo de los que consolaban a Job. A Job no se le dice que sus desgracias se debieran a sus pecados o a parte de un plan para mejorarlo. Pero en el prólogo vemos a Job atormentado no porque fuera el peor de los hombres, sino porque era el mejor. La lección de toda la obra es que las paradojas consuelan al hombre; y de acuerdo con todos los testimonios resulta de lo más tranquilizadora.
- Tener algo que decir, una opinión decidida sobre las cosas, eso significa siempre que uno carece de temor y se enfrenta a todo. Pues desde el momento en que tenemos opinión sobre el universo, lo poseemos.
- Para admirar algo hacen falta razones, para amarlo no.
- El trotamundos vive en un mundo más pequeño que el campesino. Siempre respira un aire localista. Londres es un lugar comparable con Chicago; Chicago un lugar comparable con Tombuctú. Pero Tombuctú no es un lugar, puesto que allí al menos, vive gente que la considera el universo y respira, no un aire localista, sino los vientos del mundo.
- Citas de Oscar Wilde: "La vida es demasiado importante para tomársela en serio" "Uno puede creer lo imposible pero nunca lo improbable" "Nada es tan fatídico para la personalidad como mantener las promesas, salvo tal vez decir la verdad" "Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer siempre que no la ame" "Las buenas intenciones son siempre agramaticales"
- Hay dos maneras eternas e idénticas de contemplar este crepuscular mundo nuestro: podemos verlo como un ocaso o como un amanecer. (...) Hay ocasiones en las que nos abruma, no tanto el peso de la maldad como el peso de la bondad de la humanidad, y en las que sentimos que no somos más que los herederos de un humillante esplendor. Casi todos admiten que es bueno darse cuenta de que uno es el "heredero de todas las épocas"; mucho menos popular, pero igual de importante, es saber que a veces también es bueno reparar en que uno no es sólo un ancestro, sino un ancestro de antigüedad primordial; es bueno que se pregunte si no será un héroe y que albergue ennoblecedoras dudas sobre si no será un mito solar.
- En el libro de Job, el argumento que convence al infiel no es una imagen de la ordenada beneficencia de la creación; sino por el contrario, una imagen de su inmensa e indescifrable sinrazón. Este sencillo sentido de la maravilla ante las formas de las cosas y su exuberante independencia de nuestros criterios intelectuales y nuestras triviales definiciones es tanto la base de la espiritualidad como del absurdo. El absurdo y la fe son las dos afirmaciones simbólicas supremas del hecho de que extraer el alma de las cosas con un silogismo es imposible.
- Es más fácil comprender el cosmos que comprender el ego; es incluso más fácil saber dónde se está que quién se es. Hemos olvidado nuestro propio significado y todos vagamos por las calles sin que nadie nos cuide. Todo eso que llamamos sentido común, sentido práctico y sabiduría mundana significa tan sólo que por un irreflexivo momento recordamos que olvidamos. (...) El súbito sentido de una ignorancia sagrada y espléndida que se había abatido sobre mi alma: el enigma de estar vivo. Los santos no han descubierto la respuesta. Los filósofos ni siquiera han sabido plantear la pregunta. Pero en ese momento al menos recordé que no podía recordar.
- La principal característica de la moralidad esencial del país de las hadas es que la felicidad, allí igual que en cualquier otra parte, requiere de un objetivo e incluso de un reto: sólo podemos admirar un paisaje si estamos dispuestos a recorrerlo.
- Todos respetamos calurosamente la humildad..., de los demás. (...) Si la humildad se ha desprestigiado como virtud en nuestros días, no es del todo irrelevante señalar que dicho desprestigio ha surgido al mismo tiempo que se producía el enorme colapso de la alegría en la literatura y la filosofía contemporáneas. La gente ha resucitado el esplendor de la autoafirmación griega a la vez que resucitaba la amargura del pesimismo griego.
- El más brillante exponente de la escuela egoísta, Nietzsche, admitió, con una lógica mortífera y honorable, que la filosofía de la autosatisfacción conduce a mirar con desprecio a los débiles, a los cobardes y los ignorantes. El filósofo del ego lo ve todo, de eso no hay duda, desde un cielo elevado y rarificado; pero todo lo ve acortado o deformado.
- Suele definirse al pesimista como un hombre en rebeldía. No lo es. En primer lugar, porque para estar en rebeldía es necesaria cierta alegría, y en segundo lugar porque el pesimismo apela al lado más débil de la gente, y el pesimista por tanto, tiene una ocupación tan ruidosa como un tabernero. El que verdaderamente está en rebeldía es el optimista, quien en general vive y muere en un intento desesperado y suicida por persuadir a lo demás de lo buenos que son. Todos los grandes revolucionarios desde Isaías a Shelley han sido optimistas. Se indignaban no por la maldad de la existencia, sino por la lentitud de los hombres en apreciar su bondad.
- Todos los hombres desean creer y a menudo son tan débiles como para creer: que ellos constituyen la medida suprema de las cosas. Orgullo no es pretender hacer el bien, es pensar que algo está mal porque no parece característicamente nuestro.
lunes, 13 de septiembre de 2010
La lucha contra el demonio – Stefan Zweig
Demonio, demoníaco. Estas palabras han sufrido ya tantas interpretaciones desde su primitivo sentido misticorreligioso en la antigüedad, que se hace necesario revestirlas de una interpretación personal. Llamaré demoníaca a esa inquietud innata, y esencial a todo hombre, que lo separa de sí mismo y lo arrastra hacia lo infinito, hacía lo elemental. Es como sí la Naturaleza hubiese dejado una pequeña porción de aquel caos primitivo dentro de cada alma y esa parte quisiera apasionadamente volver al elemento de donde salió: a lo ultra humano, a lo abstracto. El demonio es, en nosotros, ese fermento atormentador y convulso que empuja al ser, por lo demás tranquilo, hacia todo lo peligroso, hacia el exceso, al éxtasis, a la renunciación y hasta a la anulación de sí mismo. En la mayoría de las personas, en el hombre medio, esa magnífica y peligrosa levadura del alma es pronto absorbida y agotada; sólo en momentos aislados, en la crisis de la pubertad o en aquellos minutos en que por amor o simple instinto genésico ese cosmos interior entra en ebullición, sólo entonces domina hasta en las existencias burguesas más triviales y, sobre el alma, reina ese poder misterioso que sale del cuerpo, esa fuerza gravitante y fatal. Por lo demás, el hombre comedido anula esa presión extraña, la sabe cloroformizar por medio del orden, porque el burgués es enemigo mortal del desorden dondequiera que lo encuentre: en sí mismo o en la sociedad. Pero en todo hombre superior, y más especialmente si es de espíritu creador, se encuentra una inquietud que le hace marchar siempre hacia adelante, descontento de su trabajo. Esta inquietud mora en todo «corazón elevado que se atormenta» (Dostoievsky); es como un espíritu inquieto que se extiende sobre el propio ser como un anhelo hacia el Cosmos. Todo cuanto nos eleva por encima de nosotros mismos, de nuestros intereses personales y nos lleva, llenos de inquietud, hacia interrogaciones peligrosas, lo hemos de agradecer a esa porción demoníaca que todos llevamos dentro. Pero ese demonio interior que nos eleva es una fuerza amiga en tanto que logramos dominarlo; su peligro empieza cuando la tensión que desarrolla se convierte en una hipertensión, en una exaltación; es decir, cuando el alma se precipita dentro del torbellino volcánico del demonio, porque ese demonio no puede alcanzar su propio elemento, que es la inmensidad, sino destruyendo todo lo finito, todo lo terrenal, y así el cuerpo que lo encierra se dilata primero, pero acaba por estallar por la presión interior. Por eso se apodera de los hombres que no saben domarlo a tiempo y llena primero las naturalezas demoníacas de terrible inquietud; después, con sus manos poderosísimas, les arranca la voluntad, y así ellos, arrastrados como un buque sin timón, se precipitan contra los arrecifes de la fatalidad. Siempre es la inquietud el primer síntoma de ese poder del demonio; inquietud en la sangre, inquietud en los nervios, inquietud en el espíritu. Alrededor del poseso sopla siempre un viento peligroso de tormenta, y por encima de él se cierne un siniestro cielo, tempestuoso, trágico, fatal.
Todo espíritu creador cae infaliblemente en lucha con su demonio, y esa lucha es siempre épica, ardorosa y magnífica. Muchos son los que sucumben a esos abrazos ardientes como la mujer al hombre; se entregan a esa fuerza poderosa, se sienten penetrar, llenos de felicidad, para ser inundados del licor fecundante. Otros lo dominan con su voluntad de hombre, y a veces ese abrazo de amorosa lucha se prolonga durante toda la vida. Ahora bien, en el artista, esa lucha heroica y grandiosa se hace visible, por decirlo así, en él y en su obra; y, en lo que crea, está viva y palpitante, llena de cálido aliento, la sensual vibración de esa noche de bodas de su alma con el eterno seductor. Sólo al que crea algo le es dado trasladar esa lucha demoníaca desde los oscuros repliegues de su sentimiento a la luz del día, al idioma. Pero es en los que sucumben en esa lucha en quienes podemos ver más claramente los rasgos pasionales de la misma, y principalmente en el tipo del poeta que es arrebatado por el demonio; pues cuando el demonio reina como amo y señor en el alma de un poeta, surge, cual una llamarada, un arte característico: arte de embriaguez, de exaltación, de creación febril, un arte espasmódico que arrolla al espíritu, un arte explosivo, convulso, de orgía y de borrachera, el frenesí sagrado que los griegos llamaron pavta y que se da sólo en lo profético o en lo pítico.
En contraposición al espíritu exaltado, arrastrado fuera de sí mismo por su propia exuberancia, frente al espíritu que no conoce límites, veo al poeta que es amo de sí mismo y que, con su voluntad humana, sabe domar al demonio interior y lo convierte en una fuerza práctica, eficaz.
La forma de la vida de Goethe es el círculo: una línea cerrada, completa, que abraza todo su ser; una eterna vuelta hacia sí mismo; la misma distancia desde su inconmovible centro hacia el infinito; crecimiento armónico de todas sus partes a partir del centro. Por eso no hay en su existencia lo que pudiera constituir un punto culminante, ninguna cumbre de producción, sino que su crecimiento es por igual hacia todas las direcciones. La vida de los posesos tiene forma parabólica, esto es, una subida brusca a impulsiva hacia una dirección fija que es siempre la superior, lo infinito; después aparecen una curva rápida y la caída repentina. El punto más alto (poéticamente y como momento de vida) está junto a la caída, misteriosamente va unido a ella. Así se comprende que las muertes de Hölderlin, de Kleist o de Nietzsche formen parte integrante de su destino. Sin su caída no se ve la forma completa de su existencia, así como no hay parábola sin la caída brusca de la línea.
Hölderlin
- Ningún poeta alemán ha tenido tanta fe en la poesía y en el origen divino de la misma como Hölderlin; nadie ha proclamado como él la división absoluta que separa a la poesía de las cosas del mundo.
- Ciertamente lo sagrado necesita, para su completa gloria, un corazón humano que lo sienta y lo reconozca, del mismo modo que los héroes sienten la necesidad de ser reconocidos y coronados de laurel.
- Así es que lo bajo se siente atraído por lo alto, pero también lo alto tiende hacia lo bajo; la Vida se eleva hacia lo espiritual, pero también lo espiritual desciende hasta la Vida. La Naturaleza no tiene verdadero sentido si no es reconocida por los mortales; si no es amada por los hombres. La rosa no será verdaderamente una rosa mientras no sea acariciada por la contemplación; no hay magnificencia en el crepúsculo si no se refleja en la retina del hombre. Así como el hombre necesita lo divino para no morir, lo divino necesita del hombre para ser realmente divino, y por eso crea testigos de su fuerza y bocas para que le canten alabanzas, bocas de poetas que lo hacen verdaderamente divino.
- Hölderlín nunca trató de apartar de sí esa melancolía, como hicieron Leopardi, Schopenhauer o Byron, proyectándola hacia un pesimismo mundano. "Soy enemigo de esa enemistad hacia lo humano que se llama misantropía", nos dice el poeta.
- Se puede aplicar a Hölderlin y a naturalezas análogas lo que Stendhal hizo reflejar en su espejo y personificó en Henri Brulard: "Ce qui ne fait qu'effleurer les autres me blesse jusqu'au sang."
- Kant perjudicó en extremo la expresión sensual, la euforia de la poesía, el libre curso de la imaginación, al quererlas llevar hacia un criticismo estético. Esterilizó las facultades puramente poéticas de todo aquel que abrazó sus teorías.
- Sólo reconozco lo que florece naturalmente; lo meditado ya no lo reconozco.
- Lo que una vez dijo Goethe refiriéndose a Byron, se le puede aplicar mil veces mejor a Hölderlin: "Cuando raciocina es un niño; sólo es grande cuando hace poesía." Pero ese niño se sienta en el banco de la escuela de Fichte y de Kant y se asfixia, desesperado, en las doctrinas que oye, de forma que hasta Schiller le ha de advertir un día: "Huya usted siempre que pueda de las materias filosóficas; son las más ingratas... Permanezca más bien cerca del mundo sensible; así no se expondrá a perder el entusiasmo."
- "La libertad, para quien sabe lo que esta palabra significa, es algo lleno de profundidad."
- "Amigo, no me conozco ni conozco nada de los hombres”
Kleist
- Una vez escribió Goethe una ironía en el álbum de un hombre de alma entenebrecida, en el álbum de Schopenhauer: Si quieres sentir la satisfacción de lo propio mérito, debes conceder mérito al mundo.
Nietzsche
- "Fórmula para la grandeza de un hombre, amor fatí; no querer ser nada diferente de lo que ha sido, de lo que es, o de lo que ha de ser. Soportar lo fatal; más aún: no disimularlo; más aún: amarlo."
- Nietzsche, eterno relativista de los valores, sabe que ninguno de esos actos de conocimiento, ninguna de esas tomas de posesión, es una verdadera posesión, un conocimiento definitivo, y que la verdad, en su verdadero sentido, nunca se deja poseer por nadie, pues "quien cree estar en posesión de la verdad, ¡cuántas cosas no deja escapar!".
- “No es la vida eterna lo que importa, sino la vitalidad eterna”
- “La serpiente que no puede mudar la piel, perece; del mismo modo, los espíritus que se ven impedidos de cambiar de opinión, dejan de ser espíritus”.
- “Si miras largo tiempo hacia el abismo, llegas a sentir que el abismo te mira a ti.”
jueves, 2 de septiembre de 2010
La noche no tiene paredes - J.M. Caballero Bonald
TIEMPO DE LOS ANTíDOTOS
La edad me ha ido dejando
sin venenos, malgasté en mala hora
esa fortuna,
¿qué más puedo perder?
Llega el tiempo ruin de los antídotos.
Materia devaluada, la aventura
disiente de ella misma y se aminora.
Ya sólo quedan rastros de peligros,
una zona prohibida apenas frecuentada,
la pauta exigua de lo inconfesable,
cierto amago fugaz de furia y desacato.
La osadía de bordes delictivos,
los deseos gastados
en los bruscos dispendios de la infidelidad,
la virtud y su inercia depravada,
el amor consumiéndose
como un licor impuro, la excitante
trastienda de la noche,
¿qué se hicieron?
Los años, ay de mí, me han desmentido.
VIVIR MIRÁNDOTE
En tus ojos un mapa vaticina
el futuro,
bajíos, gozos altos, hondas
grietas, un lodazal, Dios mío,
de espantosa vorágine
y aquella
puerta abierta para entrar
donde estaba esperando
el cuerpo más desnudo de la noche.
Una ventana al tiempo son tus ojos,
me hablan siempre de ti y me restituyen
de todo lo pasado antes de que pasara.
¿Qué habría sido de mí sin esas donaciones
consoladoras de tus ojos? ¿Cómo
habría yo podido sustraerme
a la evidencia de saber que he vivido
porque estaba mirándote?
EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS
(…)
Esa atroz dependencia del pasado
donde se perpetúa
el corazón de las tinieblas
DESAPRENDIZAJE
El ruido del hielo contra el cristal
del vaso reproduce una flagrante
continuidad de indicios
taciturnos, de recuerdos
que los días han ido malgastando
entre remisas decepciones (…)
DE LAS FIGURACIONES NOCTURNAS DE LA MAR
La mar nocturna tiene
palpitación de pubis y un lento imán de cueva
en la mirada, te atrae y te repele juntamente
como un dios tornadizo.
Nada más verdadero que ese engaño
que la naturaleza brinda al navegante (…)
CUERPO DESNUDO YA NO TE CONOZCO
Cuerpo desnudo, ya no te conozco,
llegas de lejos y desentendido,
te acercas con despacio
¿desde dónde?,
permaneces inmóvil frente a mí
y ya no te conozco (…)
VENGO DE UNA PALABRA
Vengo de una palabra y voy a otra
errática palabra y soy esas palabras
que mutuamente se desunen y soy
el tramo en que se juntan
como los bordes negros del relámpago
y soy también esas beligerancias de la vida
que proponen a veces una simulación de la verdad.
Semejante a la noche, vengo
del negro y voy al blanco y busco
dispensarme de mí con ese blanco y nunca
llego a ser lo que yo más deseo:
esa palabra suficiente que precede a la última.
Únicamente soy / mi libertad y mis palabras
DEVOLUCIONES
La vida a veces tiende a desandar
sus parajes más arduos
y llega de improviso hasta la última
frontera de la evocación
y allí mismo emplaza
su tribunal, te pide cuentas de tus actos.
¿Eres aquel que un día
anduvo por los bordes más broncos de la noche
emulando el albur del errabundo,
buscando al que usurpó su propia historia?
Los mandamientos fúnebres del tiempo
propagan sus usuras por los desvencijados
conductos de la sinrazón
y así vas constatando
las últimas devoluciones de la vida.
ULTRAQUERENCIAS
Temor de estar perdido y de tener
que convivir con esos mentecatos
que beben a buchitos
su triste taza de preservación, detestan
las amenas erratas de la vida,
practican tenebrosas
religiones, deportes deplorables
y hablan,
hablan,
hablan a todas horas
de esa historia que desde siempre ocurre
intramuros de la banalidad.
¿Es que ya nadie se da cuenta
de los defectuosos, los bruscos, los horrendos
trances de ultraquerencias que aún tienen que venir?
LA INTRANQUILIDAD DEL DEBER CUMPLIDO
Dichoso aquel que una mañana
de repente
se aparta del camino que anduvo cada día
durante muchos años hasta el inapelable
distrito del deber.
¿Qué lo hizo abdicar:
la misma inoperancia de la inercia,
el tedio repetido como una despiadada
devastación, la enmohecida
distancia entre los majaderos y sus cárceles?
¿Eligió sin querer lo menos
predecible, es decir, lo más justo?
Dichoso aquel que un día desanduvo la vida
hasta alcanzar la paz de lo no aconsejable.
MODIFICACIÓN
(…) Hacia el futuro avanza lo uniforme,
en el presente se materializa
lo que me diferencia de los otros.
CONTRASENTIDO
(…) La luz empieza donde está apagándose,
el deseo de ver te hace más ciego.
PÉRDIDA DE TIEMPO
La única estrategia que puede más que el tiempo
es conseguir pederlo impunemente
LA GRAN CERTEZA
Qué palabra inhumana la palabra certeza (…)
RECUENTO
(…) Vivir es ir dejando atrás la vida.
ELOGIO DE LA LOCURA
(…) Quien mira al firmamento elige la locura.
PRESTIGIO DE LA DUDA
Me basta con saber que la certeza
es un perecedero trasunto de la fe,
me basta con saberlo y con la perentoria
convicción de la duda,
para aspirar a ser retribuido
de tantos deficientes barruntos
de verdades.
No me hace falta más
para creer al menos que no miento.
NO ME CONOZCO
Confín de la memoria donde
se han ido decantando los secretos
personales, las estrofas calladas
de la vida, tantos deseos
innombrados, ¿en qué recodo
del presente se alojarán por fin
esos incompatibles
desacuerdos con la realidad
que me darán a conocer un día a quien yo soy?
martes, 31 de agosto de 2010
Madame Bovary - Flaubert
Il était donc heureux et sans souci de rien au monde. Un repas en tête- à-tête, une promenade le soir sur la grande route, un geste de sa main sur ses bandeaux, la vue de son chapeau de paille accroché à l’espagnolette d’une fenêtre, et bien d’autres choses encore où Charles n’avait jamais soupçonné de plaisir, composaient maintenant la continuité de son bonheur.
Mais c’était surtout aux heures des repas qu’elle n’en pouvait plus, dans cette petite salle au rez-de-chaussée, avec le poêle qui fumait, la porte qui criait, les murs qui suintaient, les pavés humides; toute l’amertume de l’existence, lui semblait servie sur son assiette, et, à la fumée du bouilli, il montait du fond de son âme comme d’autres bouffées d’affadissement. Charles était long à manger; elle grignotait quelques noisettes, ou bien, appuyée du coude, s’amusait, avec la pointe de son couteau, à faire des raies sur la toile cirée.
C’est ainsi, l’un près de l’autre, pendant que Charles et le pharmacien devisaient, qu’ils entrèrent dans une de ces vagues conversations où le hasard des phrases vous ramène toujours au centre fixe d’une sympathie commune. Spectacles de Paris, titres de romans, quadrilles nouveaux, et le monde qu’ils ne connaissaient pas, Tostes où elle avait vécu, Yonville où ils étaient, ils examinèrent tout, parlèrent de tout jusqu’à la fin du dîner.
C'est la faute de la fatalité!
La parole est un laminoir qui allonge toujours les sentiments.
Il ne faut pas toucher aux idoles, la dorure en reste aux mains.
Un infini de passions peut tenir dans une minute.
Elle souhaitait un fils ; il serait fort et brun, elle l’appellerait Georges ; et cette idée d’avoir pour enfant un mâle était comme la revanche en espoir de toutes ses impuissances passées. Un homme, au moins, est libre; il peut parcourir les passions et les pays, traverser les obstacles, mordre aux bonheurs les plus lointains. Mais une femme est empêchée continuellement. Inerte et flexible à la fois, elle a contre elle les mollesses de la chair avec les dépendances de la loi. Sa volonté, comme le voile de son chapeau retenu par un cordon, palpite à tous les vents ; il y a toujours quelque désir qui entraîne, quelque convenance qui retient.
Quant à la femme du pharmacien, c’était la meilleure épouse de Normandie, douce comme un mouton, chérissant ses enfants, son père, sa mère, ses cousins, pleurant aux maux d’autrui, laissant tout aller dans son ménage, et détestant les corsets ; – mais si lente à se mouvoir, si ennuyeuse à écouter, d’un aspect si commun et d’une conversation si restreinte, qu’il n’avait jamais songé, quoiqu’elle eût trente ans, qu’il en eût vingt, qu’ils couchassent porte à porte, et qu’il lui parlât chaque jour, qu’elle pût être une femme pour quelqu’un, ni qu’elle possédât de son sexe autre chose que la robe.
Quant à Emma, elle ne s’interrogea point pour savoir si elle l’aimait. L’amour, croyait-elle, devait arriver tout à coup, avec de grands éclats et des fulgurations, – ouragan des cieux qui tombe sur la vie, la bouleverse, arrache les volontés comme des feuilles et emporte à l’abîme le cœur entier. Elle ne savait pas que, sur la terrasse des maisons, la pluie fait des lacs quand les gouttières sont bouchées, et elle fût ainsi demeurée en sa sécurité, lorsqu’elle découvrit subitement une lézarde dans le mur.
Il s’était tant de fois entendu dire ces choses, qu’elles n’avaient pour lui rien d’original. Emma ressemblait à toutes les maîtresses ; et le charme de la nouveauté, peu à peu tombant comme un vêtement, laissait voir à nu l’éternelle monotonie de la passion, qui a toujours les mêmes formes et le même langage. Il ne distinguait pas, cet homme si plein de pratique, la dissemblance des sentiments sous la parité des expressions. Parce que des lèvres libertines ou vénales lui avaient murmuré des phrases pareilles, il ne croyait que faiblement à la candeur de celles-là ; on en devait rabattre, pensait-il, les discours exagérés cachant les affections médiocres ; comme si la plénitude de l’âme ne débordait pas quelquefois par les métaphores les plus vides, puisque personne, jamais, ne peut donner l’exacte mesure de ses besoins, ni de ses conceptions, ni de ses douleurs, et que la parole humaine est comme un chaudron fêlé où nous battons des mélodies à faire danser les ours, quand on voudrait attendrir les étoiles.
Jamais madame Bovary ne fut aussi belle qu’à cette époque ; elle avait cette indéfinissable beauté qui résulte de la joie, de l’enthousiasme, du succès, et qui n’est que l’harmonie du tempérament avec les circonstances. Ses convoitises, ses chagrins, l’expérience du plaisir et ses illusions toujours jeunes, comme font aux fleurs le fumier, la pluie, les vents et le soleil, l’avaient par gradations développée, et elle s’épanouissait enfin dans la plénitude de sa nature.
Auprès d’une Parisienne en dentelles, dans le salon de quelque docteur illustre, personnage à décorations et à voiture, le pauvre clerc, sans doute, eût tremblé comme un enfant ; mais ici, à Rouen, sur le port, devant la femme de ce petit médecin, il se sentait à l’aise, sûr d’avance qu’il éblouirait. L’aplomb dépend des milieux où il se pose: on ne parle pas à l’entresol comme au quatrième étage, et la femme riche semble avoir autour d’elle, pour garder sa vertu, tous ses billets de banque, comme une cuirasse, dans la doublure de son corset.
La cocina de la escritura - Daniel Cassany
muletillas (* incorrectas)
* a nivel de
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* en función de
* en base a
* bajo el punto de vista
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evidentemente
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el acto de
el proceso de
el hecho de que
personalmente
pienso que
quiero decir que
sábado, 21 de agosto de 2010
Poesías - San Juan de la Cruz
Como es bien sabido, JdC como Teresa de Jesús ha compuesto glosas "a lo divino" sobre la misma copla profana de tres versos "vivo sin vivir en mí/y de tal manera espero/que muero porque no muero".
"porque los dichos de amor es mejor dejarlos en su anchura, para que cada uno de ellos se aproveche según su modo y caudal de espíritu, que abreviarlos a un sentido a que no se acomode todo paladar"
Canciones entre el alma y el Esposo
1. ¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
2. Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero:
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
7. Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.
18. Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa;
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa:
allí le prometí de ser su Esposa.
19. Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.
20. Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido;
que, andando enamorada,
me hice perdidiza, y fui ganada.
23. Cuando tú me mirabas
su gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que en ti vían.
28. Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada.
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera violada.
35. Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte ó al collado
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
36. Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos
37. Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí, tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día:
NOCHE OSCURA
1. En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
2. A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
3. En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
4. Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
5. ¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
6. En mi pecho florido
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba
7. El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
8. Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
LLAMA DE AMOR VIVA
1. ¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!
2. ¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando. muerte en vida la has trocado.
Coplas hechas sobre un éxtasis de harta contemplación.
Entréme donde no supe:
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
6. Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.
8. Y, si lo queréis oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Coplas del alma que pena por ver a Dios.
Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.
1. En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo;
pues sin él y sin mí quedo,
este vivir ¿qué será?
Mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo porque no muero.
2. Esta vida que yo vivo
es privación de vivir;
y así, es continuo morir
hasta que viva contigo.
Oye, mi Dios, lo que digo:
que esta vida no la quiero,
que muero porque no muero.
3. Estando ausente de ti
¿qué vida puedo tener,
sino muerte padecer
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí,
pues de suerte persevero,
que muero, porque no muero.
4. El pez que del agua sale
aun de alivio no carece,
que en la muerte que padece
al fin la muerte le vale.
¿Qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
pues si más vivo más muero?
5. Cuando me pienso aliviar
de verte en el Sacramento,
háceme más sentimiento
el no te poder gozar;
todo es para más penar
por no verte como quiero,
y muero porque no muero.
6. Y si me gozo, Señor,
con esperanza de verte,
en ver que puedo perderte
se me dobla mi dolor;
viviendo en tanto pavor
y esperando como espero,
muérome porque no muero.
7. ¡Sácame de aquesta muerte
mi Dios, y dame la vida;
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte;
mira que peno por verte,
y mi mal es tan entero,
que muero porque no muero.
8. Lloraré mi muerte ya
y lamentaré mi vida,
en tanto que detenida
por mis pecados está.
¡Oh mi Dios!, ¿cuándo será
cuando yo diga de vero:
vivo ya porque no muero?
Cantar del alma que se huelga de conocer a Dios por fe.
Qué bien sé yo la fonte que mane y corre,
aunque es de noche.
1. Aquella eterna fonte está escondida,
que bien sé yo do tiene su manida,
aunque es de noche.
2. Su origen no lo sé, pues no le tiene,
mas sé que todo origen de ella tiene,
aunque es de noche.
viernes, 20 de agosto de 2010
Amor Mi Señor - Luisa Castro
No fue humano tu amor,
no fue de hombre tu mano,
tus ojos no fueron de hombre,
no fue tu nombre de hermano.
No fue ni amigo ni padre
ni guía ni redentor,
no fue ni siquiera un dios,
y sin medida fue amado.
¿Qué me diste? ¿Qué te di,
que nunca te viste saciado,
campo que todo lo bebes,
fuente que todo lo secas?
Amor que todo lo pides
y nada das que no sea
a cuenta de usura, alegre
fuente que todo lo secas.
Monte sin atardecer,
mil mujeres no bastaran
para limpiar tus caminos
de arbustos, de piedras, de barro.
Monte, no pueden mil brazos
abrazarte por la espalda.
¿Dónde estás cuando te tengo?
¿Qué me queda cuando marchas?
Vienes, no quieres
soy yo
la que se mueve,
tú hablas
por boca de hombre,
pides
lo que no me sobra
ganas.
Te lo doy como se da
a un niño lo que le falta.
Pero ni creces ni lloras,
ni siquiera das las gracias.
Monte, ¿quién me manda a mí
trabajar en esta algaida
donde otros perdieron la vida
por tan poquita ganancia?
No me alcanzó el enemigo,
no me batió el contrario,
no me derribó el hostil;
tus ojos me atravesaron.
No fue el frío del invierno
ni el cansancio de la lucha
ni los días sin dormir;
tus ojos, que no miraron.
Gané batallas a mares,
nunca un trofeo exhibí,
y porque te busqué los ojos
me lanzaste tus puñales.
Ahí está el despojo de mi
una careta arrugada
sobre la que alguien se ha sentado,
y el dedo de la resurrección
borrando con saliva
el trazo indeleble,
ya nunca extinguible,
de lo que jamás sucedió,
de lo que nunca llegué a ser.
Yo hablo a despojos
como a trozos de personas
tiradas en la esquina,
como cuadros de Bacon
con su carne usurpada
y su alma en generoso
despliegue de colores,
como una mariposa
que se transmuta en gusano
después de un exhausto
reparto de belleza.
Ahí está el despojo.
Porque no hay una perfección del amor
pero sí un país donde el amante
pueda cambiar su moneda. (...)
Yo voy haciendo preguntas
que al salir de mi boca
son como flores oscuras.
Tú no contestas ninguna.
Quedan prendidas al aire
como banderas suicidas
de esta lucha desigual,
preguntas que son ropa suelta
en el tendal de mi boca
que agita este temporal.
Allí quedan destrozadas,
banderas
de la derrota.
Diarios - Fernando Pessoa
- “Y entonces, ¿qué es el hombre, por sí mismo, sino un insecto fútil que zumba mientras se estrella contra el cristal de una ventana? Es que está ciego, no puede ver, ni puede darse cuenta de que hay algo entre él y la luz. Por eso se esfuerza, trabajosamente, en acercarse. Puede apartarse de la luz, pero no es capaz de llegar a estar más cerca. ¿Cómo le ayudará la ciencia? Puede llegar a conocer la consistencia y las irregularidades propias del cristal, comprobar que en una parte es más grueso, y en otras más fino, en una más basto, y en otra más delicado: con todo esto, amable filósofo, ¿cuánto se ha acercado a la luz? ¿Cuánto han aumentado sus posibilidades de ver? Puedo llegar a creer que el hombre de genio, el poeta, llega a romper, de algún modo, el cristal, hacia la luz, y siente la alegría y la tibieza que produce estar más allá de los demás hombres, pero, ¿no está, también él ciego? ¿Acaso se ha acercado algo más al conocimiento de la verdad eterna? “Déjenme llevar más allá mi metáfora. Algunos se alejan de la cristalera en el sentido opuesto, hacia atrás, y gritan, al darse cuenta de que no chocan con el cristal, que no está tras ellos, “Hemos pasado”
- Nunca olvidarás, cuando ataques la religión en nombre de la verdad, que la religión difícilmente puede ser sustituida, y que los desgraciados hombres sollozan en la oscuridad
- No me fascinaba lo probable, sino lo imposible, y no lo imposible por grado, sino por naturaleza
- A menudo, cuando me siento tan débil de voluntad, tan indeciso en mis propósitos, me digo: voy a abandonar todas estas ideas de altruismo; tal vez así no disfrute la vida, pero al menos no me preocuparé por nada, lo abandonaré todo
- Yo, el hombre que afirma que hoy es un sueño, soy menos que una cosa de hoy
- He descubierto que la lectura es una forma de soñar esclavizada. Si he de soñar, ¿por qué no soñar mis propios sueños?
- La metafísica - caja para contener el infinito- siempre me hace pensar en aquella definición de caja que un día oí en la boca de un niño (....) sí lo sé señor, me respondió, es una cosa para guardar cosas
- Mi peor dolor es que no consigo olvidar nunca mi presencia metafísica en la vida. De ahí la timidez trascendental que atemoriza todos mis gestos, que quita a todas mis frases el espíritu de la sencillez, de la emoción directa
- En cuanto a la sensibilidad, si digo que siempre me ha gustado ser amado, y nunca amar, lo digo todo. Me dolía siempre la obligación, por un vulgar deber de reciprocidad -una lealtad de espíritu- de corresponder. Me agradaba la pasividad. De la actividad sólo me atraía el mínimo necesario para estimular, para no dejar que se olvide la actividad amorosa de quien amaba
- Las sociedades están dirigidas por agitadores de sentimientos, no por agitadores de ideas
- El ridículo es el golpe que nos devuelve la inteligencia; hay una buena parte de la inteligencia de la que no conozco sino el golpe
- Los principios esenciales del liberalismo, que son el respeto a la liberta del Hombre y la libertad de Espíritu, o, en otras palabras, el individualismo y la tolerancia, o incluso en una única frase, el individualismo fraternal
- Guardar siempre la memoria del mártir Jacques de Molay, maestro de los templarios, y combatir siempre y en todo lugar, a sus tres asesinos: la ignorancia, el fanatismo y la tiranía
martes, 17 de agosto de 2010
El mejor relato del mundo y otros no menos buenos - Rudyard Kipling (Selección W. Somerset Maugham)
- Sobre la Metempsícosis) -- Usted es cristiano, y en sus libros tienen ustedes prohibido comer el fruto del Árbol del Conocimiento; de lo contrario, no morirían ustedes jamás. ¿Cómo iban todos ustedes a tener miedo a la muerte si superan lo que su amigo no sabe que en el fondo sabe? Miedo da que me caiga un puntapié, pero no tengo miedo a la muerte, porque sé lo que sé. A ustedes no les da miedo el puntapié, pero tienen miedo a la muerte
- ¡No lo soporte! ¡Tapémosle la cara! ¿Existe en la tierra motivo de terror tal que pueda transformar así el rostro de un hombre? Es espeluznante. --- No, no hay terror... en la tierra. Mottram se asomó por encima de su hombro y miró el cadáver.
- Me pregunto yo cuándo ha sido listo un jovenzuelo como tú o como también fui yo, para el caso. Y eso que la estupidez es el único camino seguro por el que se llega a la sabiduría, sé bien lo que digo, no en vano lo he probado
- Dicen que los ricos son unos estirados y unos presumidos, pero si quieres un orgullo de hierro forjado y una respetabilidad a ultranza no encontrarás a nadie como a los pobres que van a la iglesia casi a diario
- ¿Ya has visto a tu novia? me dice. Sí, ya la he visto. Bueno, pues nos tomamos una pinta los dos juntos y haces todo lo que puedas por olvidarla, me dice. Sí sargento, ahora la olvido. Y desde entonces no he hecho otra cosa que olvidarla.
- Es una muchacha muy reposada, con grandes dotes para la música. Viene siempre con sus partituras. Le gusta componer, fíjate. Y por lo general se pasa el día entero trabajando... -- ¿Hablabais de Miriam? (...) --- Suena un poco judío eso de Miriam.
- Hermano de un príncipe y amigo de un mendigo con tal que sea digno
- La Ley, como reza la fórmula, prescribe una justa conducta de vida que no es por cierto fácil de cumplir. Muchas veces he sido amigo de un mendigo, bien que en circunstancias que nos impedían a ambos saber si el otro era digno o no. Todavía he de ser hermano de un príncipe, aunque en cierta ocasión conocí y traté a fondo a quien iba a ser de veras rey...
- Muy amable. En menos de una semana tendremos trabajo de sobra, gracias. Ser un rey no es tan fácil como parece. Cuando hayamos puesto en orden nuestro reino ya se lo haremos saber. Así podrá venir usted a echarnos una mano con todo el lío del gobierno.
- He sido más valeroso que todos los notables, pero algo de más bravura se me pide, que es mantenerlo en silencio. John Donne, La promesa
- No sería de extrañar que las tías jamás hubieran dado su visto bueno a una muchacha que (...) respondía indistintamente al nombre de William o al de Bill, (...) y que miraba a los hombres despacio y con intención, a los ojos, incluso después de que estos le hubiesen hecho proposiciones matrimoniales y ella las hubiera rechazado.
- Shere Kan era el tigre que vivía cerca del río a veinte millas de allí
- Nada había tan lejos de su ánimo como los milagros. Creía que todas las cosas eran en sí un gran milagro, y cuando un hombre llega a saber eso ya sabe algo a partir de lo cual puede continuar sus meditaciones. Sabía con toda certeza que no había nada grande y nada pequeño en este mundo: noche y día se desvivía por meditar y llegar así al corazón de las cosas, al lugar mismo del cual procedía su alma
- Holden se marchó a su bungalow y comenzó a entender que no estaba solo en el mundo; asimismo, entendió que tenía miedo por lo que le sucediera a otra persona [hijo/mujer], lo cual viene a ser el más dulce y satisfactorio de los miedos que conoce el hombre.
martes, 10 de agosto de 2010
La Señora del perrito y otros cuentos - Anton Chéjov
- La belleza sutil y huidiza del dolor humano, que aún tardará mucho tiempo en ser comprendida y descrita y que, por lo visto, sólo la música es capaz de expresar
- En general, por muy bella y profunda que sea una frase, afecta sólo a los indiferentes, pero no siempre satisface a los felices o desgraciados, porque la expresión más elevada de la felicidad o la desgracia es muy a menudo el silencio
- En ambos surgía con violencia el egoísmo del desgraciado. Los desgraciados son egoístas, malévolos, injustos, crueles, y menos capaces de comprenderse mutuamente que los imbéciles. La desgracia no une a las gentes, sino que las separa
- ¿Por qué... por qué me han curado? Medicamentos a base de bromuro, holganza, baños tibios, vigilancia, miedo trivial de cada bocado que como y de cada paso que doy... todo esto acabará por hacer de mí un imbécil. Había perdido el juicio, tenía monomanía de grandeza, estaba alegre, animoso, hasta feliz; era interesante y original. Ahora estoy cuerdo y fuerte, pero soy como los demás. Soy una medianía, la vida me causa hastío...
- (...) pesimismo, enfermedad del siglo (...) No es cosa de pesimismo u optimismo -dije yo irritado-, sino de que de cada cien personas noventa y nueve son tontas
- La alfabetización del campesino, las cartillas con consejos y adagios estúpidos, y los puestos de socorro no pueden disminuir la ignorancia ni la mortalidad, por lo mismo que la luz de esas ventanas no puede alumbrar ese enorme jardín. Ustedes no aportan nada, sino que su injerencia en la vida de esta gente no hacen más que crearle nuevas necesidades, nuevos motivos de trabajo. (...) Hace falta liberar a las gentes del trabajo físico degradante. Hay que aligerarles el yugo, darles algún respiro para que no pasen toda su vida junto a la estufa, junto a la artesa o en el campo, para que tengan tiempo de pensar también en su alma, en Dios, para que puedan realizar sus posibilidades espirituales. La vocación de todo hombre en actividad espiritual consiste en la busca continua de la verdad y el sentido de la vida.
- ¿Por qué le amaba tanto? A las mujeres siempre les había parecido distinto del que era en realidad; no le habían amado a él, sino a un hombre que creaban en su propia fantasía y a quien ávidamente buscaban en la vida; y cuando luego descubrían su equivocación, seguían no obstante, amándole. Ninguna había sido feliz con él.
lunes, 9 de agosto de 2010
El guardián entre el centeno - J. D. Salinger
- No importa que la sensación sea triste o hasta desagradable, pero cuando me voy de un sitio me gusta darme cuenta de que me marcho. Si no luego me da más pena todavía
- La vida es una partida y hay que vivirla de acuerdo con las reglas del juegoLa vida es una partida y hay que vivirla de acuerdo con las reglas del juego
- No hay sala de fiestas en el mundo entero que se pueda soportar mucho tiempo a no ser que pueda uno emborracharse o que vaya con una mujer que le vuelva loco de verdad
- Me paso el día entero diciendo que estoy encantado de haberlas conocido a personas que me importan un comino. Pero supongo que si uno quiere seguir viviendo, tiene que decir tonterías de ésas
- "Lo que distingue al hombre inmaduro es que aspira a morir noblemente por una causa, mientras que el hombre madura aspira a vivir humildemente por ella"
- No eres el primero al que la conducta humana ha confundido, asustado, y hasta asqueado. Te alegrará y te estimulará saber que no estás solo en ese sentido. Son muchos los hombres que han sufrido moral y espiritualmente del mismo modo que tú ahora
- No cuenten nunca nada a nadie. Si lo hacen empezarán a echar de menos a todo el mundo
domingo, 18 de julio de 2010
El don de Vorace - Félix Francisco Casanova
- Comienzo a enjaezar a la bestia de mi cerebro: la montura del razonamiento, los estribos de la lógica
- ¿Has leído mi diario? - Lo leo desde que empezaste con esa manía. Te desconozco mejor que a mí misma
- Leo la Caída de mi amigo Camus "desde luego que el amor verdadero es excepcional. Sobrevendrá más o menos dos o tres veces por siglo..."
- Lo hubiera pasado muy bien con una muchacha como Débora, construiría con ella una frase perfecta, donde las escasas virtudes detienen el torrente de defectos y el amor parece flotar sobre tanta miseria
- Al fin alcanzo el espejo: observo la más horrible figura humana. Todo mi cuerpo tiene una capa superpuesta, comienzo a desprenderme la piel que ha sufrido siglos de esclavización, la lucha contra los tiranos, el olor mohoso de la más profunda gruta. Me arranco el cuero cabelludo. Mi otra piel, la que siempre ha permanecido en mi interior salvaguardada de la inmundicia, es incolora y mis ojos verdes parecen dos esmeraldas en la nieve. Me desembarazo de la capa de pelo y musgo de la lengua, una costra pútrida sobre mis auténticos dientes de leche, la máscara cae como una casa derruida. Despedazo la epidermis de mi tórax, sexo, piernas. Quedo como un montículo de nieve y a mis pies un charco de carne purulenta y mugre. Me muevo ágilmente como un potro salvaje con las crines mojadas por la lluvia. Me encamino al gran río. El frío penetra en mis huesos como cirios. Toco el agua y en agua me convierto.
- Marta acaba de llegar a mi habitación, despachamos los recados en los oídos.
- Estoy soñando literalmente: - Bien, abre el cofre - en tono grave el gordo aduanero. - Viejos recuerdos, no más - el nómada hablaba como un cántaro al romperse-, una clepsidra deshidratada, argollas de similor, aretes con trozos de piel de mujer, collares de espejos trenzados...y esto. - ¿Y esto qué es? - las cejas del aduanero se arquearon. - Mi alma - susurró el viejo druida. -¡Por mis tripas que estás loco!, ¡tu espíritu cabe dentro de esta cajita de cristal? - Mi alma es blanca como mi largo cabello, arrugada y plegable como la piel de mi rostro, realmente habita ese diamante hueco - cabizbajo el cansado viajero. -Bien, tu cuerpo y el resto del cofre pueden pasar, pero está prohibido el contrabando de almas- impasible el aduanero devolvió el contenido de la almohadilla de vidrio al río de la vida. El anciano pasó jadeando las puertas de la Eternidad
- Todo lo que podías anhelar es la fuente de la sabiduría, de la aventura, de la paz... Eso que llamamos amor, el intento de trascender alarmados al derrumbamiento definitivo, lastrado de azar y pobreza; ansias de felicidad y hedor a losa, sin poder salir desde fuera, porque urge entrar, sólo entrar.
- Cosas así te han hecho y deshecho, amor, muralla discontinua con el rumbo en guerra y su molesto agravio: la soledad.
- Los poetas que más me gustan son aquellos a los que aún no he leído
- Esta noche deseo ser absolutamente sensible, abandonarme en la estela de huellas que bajan al mar y formar orilla. Temblando dibujo mi alma de vaho en el cristal y ella misma se borra cuando escampa. Esa lejana luz que ahogo con un solo dedo es toda mi potencia ajena a mí, cansado corazón de péndulo al pie de la escalera. Quiero ser sauce bajo lo poderosamente negro, o final de río para seguir siendo agua, palpitación inextinguible. La fiebre me hace brillar como vírgula encendida, todas mis venas conducen al bosque, al enorme placer de ser lluvia. Cada noche que pasa sé menos; cada noche que doblo por sus cuatro puntas, espero que acaben todas para saber nada... y empezar a llenarme.
- Definición del amor: abertura del corazón, hecha a golpes de corazón
- Las cosas que dan placer / seguro vienen por el río / y en la cascada se lanzan / como ramos de flores / en una procesión, / y yo qué sé, afanarse / en recogerlas como un avaro / tiende su capa ante / las monedas de oro, / es imagino, un error. / Mejor tomarlas como la lluvia / que moja sin querer, / al igual que el viento se lleva / las hojas de otoño, / alegremente.
- Los mayores dan buenos consejos porque ya no pueden dar malos ejemplos
El huerto de los cerezos - Anton Chéjov
- Trofímov - ¿Qué motivo tenemos de ser orgullosos? ¿Qué sentido tiene que el hombre sea orgulloso cuando es un ser que no está bien construido fisiológicamente y además, en la inmensa mayoría de los casos, es grosero, ignorante y profundamente infeliz? Hay que poner coto a esta admiración de sí mismo. Lo único preciso es trabajar
- Trofímov - Y además ¿qué quiere decir eso: morir? Puede ser que el hombre tenga cien sentidos y que sólo los cinco que conocemos perezcan con la muerte, mientras que los noventa y cinco restantes siguen viviendo.
- Lyubóv Andréyevna - ¿Y qué verdad es ésa? Usted puede ver dónde está la verdad y dónde no está, pero yo he perdido el sentido de la vista y no veo nada. Usted resuelve audazmente todos sus problemas, pero ¿no es acaso, querido, porque es usted joven y no ha tenido tiempo para sufrir a resultas de ninguno de sus problemas? Usted mira resueltamente hacia delante, pero ¿no es quizá porque no ve ni espera nada horrible, porque la vida sigue aún oculta de sus ojos?
- Lyubóv Andréyevna - Debiera usted ser un hombre, a su edad debiera comprender a quienes sienten el amor. Y usted mismo debiera sentirlo, enamorarse.... ¡Sí sí! Y usted no es "puro", sino que se jacta de pureza, un tipo ridículo, un engendro...
Las tres hermanas - Anton Chéjov
- Vershínin - Al cabo de doscientos o trescientos años la vida en este mundo nuestro será inconcebiblemente hermosa, maravillosa. El hombre necesita una vida así, y si de momento no la tiene, debe imaginársela, esperarla, soñar con ella, prepararse para ella; debe ver y saber más de lo que vieron y supieron su padre y su abuelo.
- Másha - ¡Un vaso de vino para mí! ¡Ay, qué agradable es la vida! ¿Pero adónde ha ido a parar la nuestra?
- Irína - ¿A donde? ¿A donde ha ido a parar todo? ¿Dónde está? ¡Ay, Dios mío Dios mío! He olvidado todo, lo he olvidado. Tengo la cabeza hecha un lío. Ni siquiera recuerdo cómo se dice "ventana" o "techo" en italiano. Todo se me olvida, cada día se me olvida algo, y la vida pasa, y nunca volverá, nunca jamás. Y nunca iremos a Moscú... Veo bien que no iremos nunca... ¡Ay qué infeliz soy! ¡No puedo trabajar, no voy a trabajar! Ya tengo bastante (...) Tengo ya veintitrés años, llevo mucho tiempo trabajando, y se me está secando el cerebro. Sé que he adelgazado, que estoy vieja y fea, y nada me satisface. Y pasa el tiempo y me parece que me voy alejando de la vida buena y genuina, que me voy alejando cada vez más y voy cayendo en una especie de abismo. Estoy desesperada y lo que no comprendo es por qué sigo viva todavía, por qué no me he matado ya...
- Másha - Cuando una persona tiene que tomar la felicidad a ratos, en pequeñas dosis, como a mí me pasa, empieza a embastecerse poco a poco, a enfurecerse...
- Ólga - Con el tiempo reinarán en el mundo la paz y la felicidad, y los que vivan entonces recordarán con benevolencia a los que vivimos ahora y nos bendecirán. ¡Oh, mis queridas hermanas, nuestra vida no ha acabado todavía! ¡Seguiremos viviendo! La banda toca con tanta alegría, con tanto gozo... y parece que si esperamos un poquito más sabremos por qué vivimos, por qué sufrimos... ¡Ay si lo supiéramos, si lo supiéramos...!
martes, 13 de julio de 2010
Tío Ványa – Anton Chéjov
- Voinítski- ¡Era un hombre de personalidad subyugante que no subyugaba a nadie! Personalidad subyugante… ¡No podría usted soltar un chiste más pernicioso! Tengo ahora 47 años. Hasta el año pasado traté deliberadamente de ponerme una venda en los ojos -lo mismo que usted hace con ayuda de esa literatura barata- para no ver la vida real. Y creía que lo que hacía estaba bien. Pero ahora, ¡si usted supiera! No pego ojo en toda la noche del disgusto y el encono que siento por haber malgastado tan tontamente el tiempo, cuando hubiera podido tener todo lo que ahora no puedo tener por ser viejo.
- Día y noche... me sofoca la idea de que he malgastado mi vida sin remedio. No tengo un pasado- todo él lo he derrochado tontamente en fruslerías-y el presente me aterra por lo absurdo...
- Yeléna- Usted, Iván Petróvich, que es hombre culto e inteligente, debiera comprender, creo yo, que el mundo está siendo destruido, no por el incendio y el pillaje, sino por el odio, por la inquina y por todas estas querellas mezquinas… Lo que debiera usted hacer, en vez de rezongar, es poner a la gente en paz….
- Ástrov- Una mujer puede llegar a ser amiga de un hombre en tres etapas: primero como conocida, luego como amante y sólo después de eso como amiga.
- Yeléna- No debes mirar así a la gente. No te cuadra bien. Es preciso creer a todos; de lo contrario es imposible vivirYeléna- ¿Y sabes qué significa el talento? Valentía, libertad de pensamiento, anchura de miras…
La Gaviota – Anton Chéjov
- Sórin- ¿Saben ustedes? Voy a darle a Kóstya un asunto para una novela. Debiera llevar el título de El hombre que quiso. L’homme qui a voulu. Hace tiempo, en mi juventud, quise ser literato… y no lo fui. Quise ser buen orador… y hablaba detestablemente
- Dorn- El miedo a la muerte es un miedo animal… y es preciso suprimirlo. Sólo los que creen en la vida eterna tienen miedo consciente a la muerte, porque temen que serán castigados por sus pecados.
- Treplyóv- ¡Qué fácil es ser filósofo por escrito, doctor, y qué difícil es serlo en la vida real!
Ivánov – Anton Chéjov
- Ivanov- Usted, mi querido amigo, terminó su carrera solo el año pasado y es joven y vigoroso, en tanto que yo tengo treinta y cinco años. Tengo pues, derecho a darle consejos. No se casi ni con una judía, ni con una neurótica, ni con una marisabidilla. Escoja a alguien común y corriente, sin distinción ni brillo, que no haga ruido innecesario. Y, hablando en términos generales, construya su vida según una pauta convencional. Cuanto más gris y monótono sea el trasfondo, mejor. No trate de luchar contra la multitud sin ayuda de nadie; no arremeta contra molinos de viento, no dé cabezadas contra la pared…
- Sásha- Hay muchas cosas que los hombres no comprenden. A cualquier muchacha le atrae más un hombre fracasado que uno que ha tenido éxito, porque lo que busca es un amor activo… ¿entiendes? Amor activo. Los hombres están absortos en su trabajo, y por eso mismo, el amor ocupa para ellos un segundo o tercer plano. (…) Pero para nosotras el amor es la vida. Yo te quiero, lo que significa que sueño con cómo curarte de tu melancolía, con cómo iría contigo al fin del mundo… (…) Cuanto mayor es el esfuerzo, tanto mayor es el amor, o sea, se siente con más fuerza, ¿entiendes?
domingo, 4 de julio de 2010
Tokio Blues / Norwegian Wood - Haruki Murakami
- Me lleva tiempo evocar su rostro. Y conforme vayan pasando los años, más tiempo me llevará. Es triste, pero cierto. Al principio era capaz de recordarla en cinco segundos, luego éstos se convirtieron en diez, en treinta segundos, en un minuto. El tiempo fue alargándose paulatinamente, igual que las sombras en el crepúsculo. Puede que pronto su rostro desaparezca absorbido por las tinieblas de la noche. Sí, es cierto. Mi memoria se está distanciando del lugar donde se hallaba Naoko. De la misma forma que se está distanciando del lugar donde estaba mi yo de entonces. Sólo el paisaje, aquella imagen del prado en octubre, vuelve una y otra vez a mi mente como la escena simbólica de una película
- A decir verdad, en aquella época a mí me importaba muy poco el paisaje. Pensaba en mí, pensaba en la hermosa mujer que caminaba a mi lado, pensaba en ella y en mí, y luego volvía a pensar en mí. Estaba en una edad en que, mirara lo que mirase, sintiera lo que sintiese, pensara lo que pensase, al final, como un bumerán, todo volvía al mismo punto de partida: yo. Además, estaba enamorado, y aquel amor me había conducido a una situación extremadamente complicada. No, no estaba en disposición de admirar el paisaje que me rodeaba
- Soy de ese tipo de personas que no acaba de comprender las cosas hasta que las pone por escrito
- La muerte no existe en contraposición a la vida, sino como parte de ella
- Pensé: "Ahora estoy haciendo el amor contigo. Estoy dentro de ti. Pero, en realidad, no tiene ninguna importancia. Tanto da. No deja de ser un coito. Al poner en contacto nuestros cuerpos imperfectos, no hacemos más que contarnos lo que no podríamos contarnos de otro modo. Y así adquirimos conciencia de nuestras respectivas imperfecciones".
- Leía muchísimo más que yo, pero tenía por principio no adentrarse en una obra hasta que hubieran transcurrido treinta años de la muerte del autor. «Sólo me fío de estos libros», decía. - No es que no crea en la literatura contemporánea, pero no quiero perder un tiempo precioso leyendo libros que no hayan sido bautizados por el paso del tiempo. ¿Sabes?, la vida es corta.
- Interrogué a Nagasawa tras acostarme con tres o cuatro chicas. ¿No se sentía vacío tras haber hecho aquello setenta veces? - Que te sientas vacío demuestra que eres un tío decente. Esto es algo positivo -dijo-. No ganas nada acostándote con desconocidas. Sólo consigues cansarte y odiarte a ti mismo. A mí también me pasa. -¿Y porqué no dejas de hacerlo? -Me cuesta explicarlo. Se parece a lo que Dostoievski escribió sobre el juego. Es decir, Cuando a tu alrededor todo son oportunidades, es muy difícil pasar de largo sin aprovecharlas, ¿entiendes? - Más o menos -afirmé. A nadie le gusta la soledad. Pero no me interesa hacer amigos a cualquier precio. No estoy dispuesto a desilusionarme - aclaré. -No es sólo culpa mía. Me refiero a que yo sea tan poco afectuosa. Y lo reconozco. Pero si ellos..., si mi padre y mi madre..., si ellos me hubiesen querido un poco más, yo, por mi parte, ahora sentiría de otra forma. Y estaría mucho, pero que mucho más triste. -¿Crees que no te quisieron demasiado? Ella volvió la cabeza y me miró fijamente. Hizo un gesto afirmativo.-Yo diría que entre un «no lo suficiente» y un «nada de nada». Siempre estuve hambrienta. Aunque sólo hubiera sido una vez, hubiera querido recibir amor a raudales. Hasta hartarme. Hasta poder decir: «Ya basta. Estoy llena. No puedo más». Me hubiera conformado con una vez. Pero ellos jamás me dieron cariño. Si me acercaba con ganas de mimos, mis padres me apartaban de un empujón. «Esto cuesta dinero», decían. Únicamente sabían quejarse. Siempre igual. Así que pensé lo siguiente: «Conoceré a alguien que me quiera con toda su alma los trescientos sesenta y cinco días del año». Estaba en quinto o sexto curso de primaria cuando lo decidí. -¡Qué fuerte! -exclamé admirado-. ¿Y lo has conseguido? -No es tan fácil como creía -reconoció Midori. Reflexionó un momento contemplando el humo.- Quizá sea por haber esperado tanto tiempo, pero ahora busco la perfección. Por eso es tan difícil. -¿Un amor perfecto? -¡No, hombre! No pido tanto. Lo que quiero es simple egoísmo. Un egoísmo perfecto. Por ejemplo: te digo que quiero un pastel de fresa, y entonces tú lo dejas todo y vas a comprármelo. Vuelves jadeando y me lo ofreces. «Toma, Midori. Tu pastel de fresa», me dices. Y te suelto: «¡Ya se me han quitado las ganas de comérmelo!». Y lo arrojo por la ventana. Eso es lo que yo quiero. -No creo que eso sea el amor -le dije con semblante atónito. -Sí tiene que ver. Pero tú no lo sabes -replicó Midori-. Para las chicas, a veces esto tiene una gran importancia.
- Me explicó que no estamos aquí para corregir nuestras deformaciones, sino para acostumbrarnos a ellas. Afirmó que uno de nuestros problemas es la incapacidad para reconocerlas y aceptarlas.
- [sobre Eurípides] La característica de su obra radica en que hay diferentes cosas que se van complicando las unas con las otras hasta que cualquier movimiento se hace imposible. Salen muchos personajes, cada uno con sus propias circunstancias, razones y quejas, todos persiguiendo, a su modo, la justicia y la felicidad. Por ello, todos acaban encontrándose en un callejón sin salida. Lógico, ¿no le parece? Es imposible que prevalezca la idea de justicia, que todos alcancen la felicidad. Y se produce el inevitable caos. ¿Entonces qué cree usted que sucede? En realidad, algo muy simple. Al final aparece un dios. Y controla el tráfico. Tú vas para allá, tú te quedas aquí. Tú te juntas con aquél, tú te quedas aquí un rato quieto. Todo se resuelve. A esto se le llama deus ex machina. En las obras de Eurípides suele aparecer casi siempre un deus ex machina, y sobre este punto la crítica está dividida ¡Sería tan cómodo que existiera un deus ex machina en el mundo real! ¿No le parece? Cuando alguien pensara: “¿Y ahora qué hago? ¡Estoy atrapado!”, un dios bajaría deslizándose desde lo alto y lo resolvería todo. Nada podría ser más fácil. En fin, esto es Historia del Teatro II. Éstas son las cosas que estudiamos en la universidad.
- ¿Cuántas decenas, no, centenares de domingos como éste me quedan por vivir?”, me pregunté. “Domingos tranquilos, apacibles y solitarios”, dije en voz alta. Los domingos no me doy cuerda.
- Watanabe y yo no parecemos en que ninguno de los dos buscamos que los demás nos comprendan. En esto somos diferentes del resto de la gente. La gente se desvive buscando la compresión de quienes les rodean. Pero yo no, y Wanatabe, tampoco. No nos importa que los demás no nos entiendan. Pensamos que 'uno' es 'uno', y los 'demás' son los 'demás'
- Cuando murió Kizuki aprendí una cosa. Quizá me resigné a hacerla mía: “La muerte no se opone a la vida, la muerte está incluida en nuestra vida”. Es una realidad. Mientras vivimos, vamos criando la muerte al mismo tiempo. Pero ésta es solo una parte de la verdad que debemos conocer. La muerte de Naoko me lo enseñó. Me dije: “El conocimiento de la verdad no alivia la tristeza que sentimos al perder a un ser querido. Ni la verdad, ni la sinceridad, ni la fuerza, ni el cariño son capaces de curar esta tristeza. Lo único que puede hacerse es atravesar este dolor esperando aprender algo de él, aunque todo lo que uno haya aprendido no le sirva para nada la próxima vez que la tristeza lo visite de improviso”. Pensé en ello, noche tras noche, en mi soledad, oyendo el ruido de las olas y el rugido del viento. Vacié muchas botellas de whisky, mordisqueé pan, bebí agua de la petaca en mi larga marcha hacia el oeste, con la mochila dando bandazos a mi espalda y el pelo lleno de arena…, día tras día de aquel principio de otoño.