jueves, 10 de julio de 2008

El conocimiento inútil. Jean François Revel

  • La preponderancia del conocimiento, su precisión y riqueza, su difusión cada vez más amplia y más rápida ¿ha aportado como sería natural esperar, una gestión de la humanidad por si misma más juiciosa que antaño?
    El hombre hoy, cuando tiene opción no es ni más ni menos racional ni honesto que en las épocas definidas como precientíficas. Incluso se puede afirmar que la incoherencia y la falta de honradez intelectual son tanto más alarmantes y graves en nuestros días.
  • La oferta se explica por la demanda, pero la demanda en materia de información y de análisis emana de nuestras convicciones. ¿Y cómo se forman estas? Un hecho no es real ni irreal, es deseable o indeseable, es un cómplice o un conspirador… esta prelación de la utilización posible sobre el saber demostrable a veces la erigimos incluso en doctrina, la justificamos en su principio.
  • La dificultad para ver claro y actuar juiciosamente no se debe ya en la actualidad a la falta de información. La información existe en abundancia, es el tirano del mundo moderno pero es también el sirviente. Hoy como antaño el enemigo del hombre está dentro de él, pero ya no es el mismo, antaño era la ignorancia, hoy es la mentira.
    Periodistas e intelectuales son los que más difunden esa mentira (no es cita de revel).
  • Mentira como conjunto de comportamientos de resistencia a la información, necesidad de creer más fuerte que el deseo de saber, la mala fe, por la cual tomamos la precaución de disimularnos la verdad a nosotros mismos para estar más seguros de nuestra firmeza cuando la neguemos delante del prójimo, la repugnancia a reconocer un error, y nuestra capacidad para implantar en nuestro espíritu esas explicaciones sistemáticas de lo real que se llaman ideologías, especie de máquinas para escoger los hechos favorables a nuestras convicciones y rechazar los otros. En sus comienzos una ideología es una hoguera de creencias q aunque devastadora puede inflamar noblemente los espíritus. A su término se degrada en un sindicato de intereses.
  • La democracia no puede vivir sin la verdad, el totalitarismo sin la mentira. En democracia, el obstáculo ala objetividad de la información no es la censura, son los prejuicios, ola parcialidad, los odios entre partidos políticos y las familias intelectuales que alteran y adulteran los juicios e incluso las simples comprobaciones. Lo que más paraliza cuando la censura ha dejado de existir es el tabú. ¿Cuál es el tabú más fuerte de nuestra época desde la segunda Guerra mundial? Sin duda a mi juicio, es el que prohíbe a todo escritor, periodista, político mencionar un atentado contra los derechos del hombre, un abuso de poder cualquier, un trivial fracaso económico, en suma dar una información sobre un hecho que se sitúa en una sociedad convencionalmente de izquierdas sin señalar inmediatamente una imperfección equivalente en una dictadura de derechas o en una sociedad capitalistas democrática.
  • Las democracias han sido amenazadas por dos enemigos totalitarios: nazismo y comunismo. Han conseguido deshacerse del primero al precio de una guerra mundial, el segundo subsiste. La izquierda no ha ceso de imponer el mito curioso de que los dos totalitarismos han sido y continúan siendo igualmente activos, igualmente presentes y peligrosos y que es pues un deber no atacar o criticar nunca a uno sin atacar al otro. . Es el límite que no se debe pasar en la hostilidad al comunismo so pena de convertirse uno en sospechosos de fascismo o simpatizante de los totalitarismos de derechas.
  • No les impide proclamarse a los socialistas proclamarse campeones de la tolerancia y del pluralismo, el que no es socialista no puede ser un verdadero demócrata.
    La democracia es el régimen en el que no hay ninguna causa justa, y sólo métodos justos.
  • Otro conocido tabú es el del respeto absoluto al a identidad cultural que prohíbe juzgar y condenar una civilización que no sea la occidental.
  • Hay dos concepciones del intelectual moderno, la primera consiste en reprochar a los intelectuales su falta de sentido de responsabilidad en el ejercicio de su influencia, la desenvoltura con que ignoran o incluso falsifican la información, su indiferencia ante los daños causados por sus errores. La segunda consiste en exaltar como una ventaja su distancia con relación a las obligaciones de la práctica. Él es la conciencia moral de su sociedad, el servidor de la verdad, el enemigo de las tiranías, de los dogmas, de las censuras de las iniquidades. Existe la costumbre de considerar la primera de estas dos tesis como de derechas y la segunda como de izquierdas.
  • Como dice Swift: you cannot reason a person out of something he has not been reasoned into.
  • Si los hombres del saber tienen una mayor responsabilidad que lose demás en el fracaso de la cultura, es decir en la negativa a hacer servir para el análisis y la toma de decisión las informaciones de que disponen, no es menos cierto que este fracaso ha sido posible en última instancia a causa de la pasividad de todos los demás hombres, cuyo miedo a saber llevaba al deseo de ser engañadazos.
  • ¿Cuándo los intelectuales abandonaran por fin la ilusión perversa de que están llamados a gobernar el mundo y no a iluminarlo, a construir o incluso a destruir el hombre y no a instruirlo? En el seno de la multitud, una creencia se extiende no por persuasión sino por contagio. La misión de los intelectuales sería teóricamente aminorar esos mecanismos irracionales: en la práctica los aceleran.

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